"Luz en tiniebla"


Gregorio Cabrera (Arrecife, 1972) es el autor del libro “Luz en tiniebla” dedicado a la figura del médico José Molina Orosa (1883-1966). Pertenece a la colección editorial “Islas de memoria” publicada por la Fundación César Manrique y que fue presentado el 8 de abril de 2010 junto al realizado por el historiador Félix Delgado López sobre el fotógrafo Gabriel Fernández Martín.
Asistí al evento celebrado en la Sala José Saramago con sumo placer y mi satisfacción fue en aumento al comprobar el gran interés que despertó ante un público que llenó el espacio cultural e incluso parte tuvo que permanecer de pie.
Ojalá que siempre estén tan concurridos tales actos. En este caso no es de extrañar puesto que con este trabajo se divulga la labor de jóvenes investigadores que han profundizado en la historia de Lanzarote.
Acabo de terminar la lectura sobre José Molina Orosa y agradezco al periodista Gregorio Cabrera que nos haya transmitido de una forma tan cercana la sencillez y humanidad de un hombre generoso cuyo ojo clínico permitió sanar a muchas personas que son las realmente protagonistas de este libro. Sí, porque son los pobres, los abandonados, los anónimos los que sentiremos aquí retratados; aquellos a los que auxiliará este médico que no era amigo de distinciones sino de lucha y esfuerzo por conseguir mejoras en la Sanidad. Así lo demostró con la inauguración del Hospital Insular (1951).
Gregorio Cabrera nos refleja con todo detalle la crudeza de la época en la que no existía un lugar digno para atender a tantos enfermos necesitados. Desde muy niño José Molina Orosa, tímido y sereno, observa el sufrimiento de las gentes y crece con el deseo de cambiar su resignado destino. En 1899  comienza a estudiar en la Facultad de Medicina de Cádiz. Proseguirá en Madrid (tras una larga convalecencia de tifus) donde recibirá inolvidables clases de Ramón y Cajal.
Descubrimos a un hombre sensible, amante de la poesía y autor de versos que serán publicados en 1907 en la Revista Latina. Tras  obtener el certificado de su licenciatura regresa en 1910 a las tinieblas de su isla a trabajar y reivindicar un hospital en condiciones.
El 18 de septiembre de 1913 es nombrado presidente de La Sociedad Democracia y un dos de diciembre de 1916 director del Hospital de Dolores. Siempre acudiendo a la llamada urgente de quien solicita un médico, esta vez en 1919, para asistir al parto de dos gemelos, uno de ellos es César Manrique.
El 22 de agosto de 1920 contrae matrimonio con Inocencia en una ceremonia sencilla en Tinajo. Y tres años después, tras ser nombrado Inspector Local Sanitario de Arrecife, sigue batallando por su gran sueño: el nuevo hospital. Le llueven propuestas para candidaturas políticas. José Molina Orosa tiene muy claro que la seriedad, la moral, el trabajo y la rectitud son sus mejores guías.
Y más tiempos difíciles, entre ellos una guerra civil. Gregorio Cabrera nos describe situaciones que emanan ironía como la percepción del médico ante la visita del General Franco con motivo de la inauguración del Hospital Insular, un 28 de octubre de 1950, o de profunda humanidad como la frase que insistentemente pronunciaba “No puedo abandonar a mis enfermos”.  ¿Hay mayor exponente de bondad?  Y Así será hasta su muerte el 18 de enero de 1966 en el que el médico de la isla fue despedido por un pueblo conmocionado por el dolor.

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"Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"
José Saramago
"Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande,
sólo es posible av
anzar cuando se mira lejos"
Ortega y Gasset
"Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia"

Epícteto

"La ingratitud es el precio al favor inmerecido"

Ignacio Manuel Altamirano

"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado"
Marcel Proust
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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