El plan maestro, Javier Sierra
No podía imaginar la estrecha relación que tendría con el contenido de "El maestro del Prado", libro que precisamente había recordado en redes sociales el 2 de agosto 2025, al cumplirse 12 años de su análisis y recomendación en este blog.
La dedicatoria supone una profunda reflexión, en recuerdo y gratitud hacia tres de sus maestros, y ha pasado a formar parte de mi ideario. Reza así:
El buen maestro no es quien te da el conocimiento,sino quien te enseña a encontrarlo
En la primera línea del relato, Javier Sierra afirma que la memoria es una "maldita trampa" y que tiene la obsesión de mantenerla a salvo. Recuerda a Luis Fovel, el guardián del arte que lo guío por obras con especial significado e inspiró la escritura de "El maestro del Prado", tras cuya publicación recibió muchas cartas de lectores que relataban encuentros similares con un extraño que se acercaba a un joven o a un niño en un lugar público, ganándose su confianza sobre conversaciones de arte e historia. Después desaparecía.
Así pues, el escritor ha sentido la necesidad de reabrir el caso, incidiendo en obras maestras de la pintura que han sido utilizadas como puertas, empujando a nuestra conciencia a aceptar que coexistimos con mundos sutiles. La frase de Pitágoras, -"El comienzo de la sabiduría es el silencio"-, que pronunciara Luis Fovel, quizá constituía una lección....
Tras este preámbulo, Javier Sierra narra el verano familiar de 2013, durante el cual visitó las cuevas rupestres del norte de España. El escritor tenía un plan secreto: había leído que los niños de hasta 8 o 9 años poseían un instinto innato para reconocer arte en una pared prehistórica. Era el momento ideal. Su hijo Martín tenía 8 años y Sofía, casi siete. Con su mujer, Eva, cómplice de la operación "Vultus" (mirada, en latín), puso en práctica su intuición en la primera cueva: Hornos de la Peña, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2008. En efecto, los niños distinguieron enseguida la silueta de un caballo, una figura gris casi imperceptible, cuando la guía, Sandra, les invitó a descubrir alguna forma en la pared de roca. Parecía magia...
Por otra parte, el autor nos presenta al sacerdote Luc Durand. En ese momento, se encuentra en el Museo del Louvre, adonde suele acudir porque el arte es religión. En una sala, frente a la vitrina que contiene un amuleto asirio de bronce con la efigie de una extraña criatura alada, se produce un encuentro no tan casual con un anciano llamado Belfegor, quien insiste en que se fije en la llamada placa del infierno o muleto de la conspiración (ca. 1700 a. C.). En ella, dos hombres cubiertos por "un traje de pez" representan a dos de los 7 sabios que, según la mitología mesopotámica, fueron enviados al mundo por el dios Enki para entregar la cultura a los humanos. De pronto, Belfegor se convirtió en pez. A Luc Durand le temblaron las piernas. ¿Había sido un sueño?
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El carro de heno (ca. 1516) |
La sala 56A fue el punto de encuentro. Allí contemplaron el tríptico del Jardín de las delicias, aludiendo a hechos inexplicables como la aparición de un drago canario cuando el artista nunca había visto uno: un árbol del paraíso con un mensaje espiritual. Sin embargo, el icono que realmente interesaba a Luc Durand se hallaba en El carro de heno.
Se trataba de una suerte de pez con extremidades humanas y una cuerda alrededor del lomo, en posición de tirar del carro del mundo. El sacerdote estaba finalizando un estudio sobre "los maestros instructores" de la Antigüedad y quería saber si en Flandes también se había oído hablar de ellos.
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El pez lector |
Después comprobaron que el ojo de Dios estaba presente en algunas obras como en la Mesa de los pecados capitales de El Bosco (1500-1510). Sorprendemente, en la tabla del Paraíso sobresalía la figura de un pez con pico de ave que leía un libro, el único objeto creado por el hombre.
Hay que destacar que Javier Sierra decide revelar en el Plan Maestro un hecho que le ocurrió una tarde de agosto, a las afueras de Teruel, cuando tenía 10 años. Se encontraba con sus amigos, con quienes había tenido la idea de redactar la crónica de sus aventuras durante aquellas vacaciones asilvestradas. Era una pequeña gacetilla escrita en una hoja de cuaderno donde anotaban, día tras día, noticias diversas - deporte, pasatiempos, leyendas...-, y cuya coordinación recaía en él.
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Año de estreno, 1951 |
Mientras discutían sobre qué noticia colocar en portada, la voz de uno de ellos, Pedro, los sobresaltó: había visto una figura a lo lejos. Todos miraron hacia aquel gigante que parecía un extraterrestre, al estilo del mítico Klaatu en la película "Ultimátum a la Tierra". Al comentarlo en sus hogares, nadie les hizo el menor caso, y el suceso fue difuminándose con el paso del tiempo.
Sin embargo, una conversación con el escritor Juan Eslava Galán, años después, volvió a despertar el interés de Javier Sierra. Al ganador del Premio Planeta de 1987 le había ocurrido algo parecido en 1954, cuando tenía 6 años, en Arjona, su pueblo natal. Y también al reconocido escritor, J.J. Benítez, autor de la saga Caballo de Troya, quien, a la misma edad, vivió una experiencia similar en el entorno de Urdax, Navarra.
Ángela Qiao también ocultaba un secreto. El profesor Einar se dio cuenta y la instó a contarlo tras la partida del sacerdote. La responsable del museo del Prado necesitaba compartir el torbellino que circulaba por su cabeza, así que habló del día siguiente a la muerte de su madre, acaecida 5 meses antes a causa de un cáncer de pulmón. Había sido restauradora en la pinacoteca antes que ella.
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Alegoría de la Agricultura (1804-6) |
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Tobías y el ángel (1787-8) |
La interpretación del cuadro Tobías y el ángel, obra atípica dentro de la producción de Francisco de Goya, nos acerca nuevamente a la importancia del pez como símbolo de la sabiduría.
Es Julián de Prada (Señor X) quien explica al profesor Einar que deben detener la misión de los maestros de instruir en conocimientos a los elegidos. Por tanto, resulta indispensable que viaje a México, lugar en el que se manifiesta uno de los émulos de Luis Fovel.
Por otra parte, somos testigos de la obsesión de Javier Sierra por visitar las pinturas de la cueva de Lascaux, en Francia (Patrimonio de la Humanidad 1979) desde que la guía de Cantabria relatara su existencia. Allí buscará a Antonio Lerroux, astrólogo experto que lo sorprende con la siguiente afirmación: los pintores del arte rupestre eran capaces de detectar al tacto el animal que se apoyaba sobre las membranas de piedra de las paredes de sus cavernas. Entonces marcaban su perfil con pigmentos para hacerlo visible e invocar su poder.
Mientras tanto, su hija Sofía realiza un descubrimiento en la cueva de Monte Castillo. Ante la atónita mirada de la guía, su madre y su hermano, distingue la figura de una criatura teratológica oculta (misteriosa que mezcla lo humano con lo animal), relacionándola con las redes vistas también en la cueva.
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La Primavera (Galería Uffizi, 1481) |
Los hallazgos se suceden, además, en el museo del Prado, donde el sacerdote Luc Durand ha interpretado en las Meninas de Velázquez que la posición de las estrellas de la Corona Boreal en el cielo coincide con la de la infanta Margarita y sus asistentas. Lo mismo ocurre en la Galería de los Uffizi, en Florencia.
Allí se exhibe la tabla La primavera (1481), de Botticelli, artista introducido en los arcanos. La Venus que ocupa el corazón del cuadro, en medio de dos pulmones velados, era la guardiana de un umbral.
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Rafael Sanzio (1513-14) |
Frente a la obra La perla, de Rafael Sanzio, se producirá un nuevo encuentro en el museo del Prado entre el sacerdote Luc Durand y Belfegor, que los llevará a admirar e interpretar la Sagrada Familia con Rafael, Tobías y San Jerónimo, también conocida como la Virgen del pez.
Una obra con un secreto excepcional: la conversación entre personajes de los Evangelios. San Jerónimo sostiene la Biblia, mientras el arcángel Rafael protege al joven Tobías, quien porta un pez que guarda un gran parecido con Pico della Mirandola, intelectual precoz del Renacimiento.
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La fragua de Vulcano (1630) |
Asimismo, se detienen en la sala número 11 para observar la obra La fragua de Vulcano, de Diego Velázquez (1630). Belfegor indica al sacerdote que en el taller del herrero se produce una aparición divina: la de Apolo, que acude para revelarle que, Venus, su esposa, lo engaña con Marte. Son planetas, astros alineados, susceptibles de una interpretación astrológica.
Sin embargo, la caída de un rayo en la primera planta del edificio Villanueva y la desaparición de Belfegor marcaron el fin del encuentro.
Javier Sierra recuerda otro incidente acaecido en Coyoacán, a las afueras de Ciudad de México, en 2013, precisamente en la Casa Azul, hogar de los artistas Diego Rivera y Frida Kahlo.
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Retrato de una niña (1929) |
Durante la visita de un grupo de escolares, acompañadas por dos religiosas, conocemos a Marielita, a quien le afectaba sobremanera mirar el cuadro El venado herido pintado por Frida Kahlo en 1946.
Una de sus compañeras, Diana, señalará su parecido con el retrato de una niña fechado en 1929. A su lado, una mujer vestida con una larga saya en tonos azules y violetas, le susurró también que era ella. Le reveló que el cuadro la había elegido para cumplir su función más sagrada:
enseñar al mundo a ver el arte desde el alma
La misteriosa mujer le dijo a Marielita que recordara siempre al observar el lienzo que el arte es la lengua del espíritu. Desde ese momento era una guardiana del arte.
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La Quebrada, Diego Rivera (1956) |
En efecto, en la Casa Azul se percibían presencias. Su directora, María Valdés, solicitó ayuda y fue el profesor Jon Einar quien se encargó de resolver el misterio.
Entre las obras más significativas que le mostraron a su llegada se encontraba La quebrada, de Diego Rivera, realizada en un momento que Frida agonizaba. Era una representación de rocas en la que destacaba la figura de un bisonte colosal.
Picasso y Rivera habían hablado sobre Altamira, convencidos de que aquellos animales eran una especie de espíritus con vida latente, portadores de mensajes destinados al futuro.
En la madrugada en que Jon Einar se quedó a solas en la Casa Azul, sintió la presencia de una niña. Era Marielita, que estaba siendo aleccionada por Xochiquétzal (en la mitología mexica, la primera esposa del dios acuático Tláloc). Fue ella quien afirmo que el primer maestro, el gran pez, estaba a punto de manifestarse, pues las estrellas ocupaban la alineación precisa. Y entonces, desapareció...
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Apoteosis de la Monarquía Española |
En el Casón del Buen Retiro, junto a la cúpula Apoteosis de la monarquía española, Ángela Qiao mantuvo una inesperada cita con Julián de Prada.
Se trata de una pintura al fresco de Luca Giordano (1697), cuyas imágenes fueron concebidas para ensalzar la monarquía española desde sus orígenes míticos.
En la base de la bóveda y en su parte central, Hércules entrega el vellocino de oro a Felipe el Bueno, duque de Borgoña y fundador de la orden del Toisón de Oro, para que lo coloque en el collar de la orden.
Su eje longitudinal atraviesa la bóveda celeste y el Parnaso, hasta alcanzar la monarquía española, representada por una matrona situada sobre el globo del mundo.
En este apoteósico contexto, Julián de Prada señala a Ángela que la Apoteosis de la monarquía española es un talismán gigantesco, que parece reflejar una configuración celeste muy concreta. En ella se ve a la diosa Cibeles sosteniendo una llave orientada a alguien. Es como si quisiera traspasar la frontera entre los mundos. De ahí la importancia -añade- de entregarla a la persona correcta.... Sin duda, la responsable de la pinacoteca sintió entonces la necesidad de hablar con Javier Sierra.
El siguiente encuentro tuvo lugar en la rotonda del hotel Palace. Luc Durand deseaba conocer personalmente a Javier Sierra, y Ángela propició la cita. El sacerdote les reveló cómo Belfegor le había ido señalando los cuadros marcados, como en el caso de la letra F en la Perla (por Fovel). Recordó asimismo el informe que estaba elaborando para el Vaticano sobre los maestros instructores y las diversas apariencias con las que se manifestaban: criaturas mitad humanas, mitad animales, forasteros misteriosos...
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Diosa Cibeles (Luca Giordano, 1697) |
Entonces, Ángela los condujo nuevamente al Casón del Buen Retiro y comenzó a interpretar la Apoteosis de la monarquía española, destacando los elementos del acertijo contenidos en la pintura de la bóveda: las representaciones de mundos, la metáfora zodiacal con los 12 trabajos de Hércules, la mítica nave Argos, la diosa Cibeles (alegoría de la agricultura), la entrega del vellocino al rey Felipe III de Borgoña, el Bueno, y la presencia de la musa Urania...
Era necesario consultar a un experto. Javier Sierra llamó a Antoine Lerroux, quien confirmó que la pintura marcaba el recordatorio de una circunstancia planetaria propicia: la llegada de Isabel al trono de Castilla que supuso el nacimiento de España, tras la muerte de su hermano Enrique IV el Impotente, el 11 de diciembre de 1474.
Y ahora -confirmó Lerroux-, los planetas ocupan las mismas posiciones que entonces. Era la señal de una nueva aparición del maestro, aunque se requerían los ojos de un niño que lo mirara todo como si fuera nuevo. Y Javier Sierra -indicó, mirando a Ángela y Luc Durand- tiene dos.
El 21 de agosto, la fecha marcada por el horóscopo del Casón, el escritor había previsto volver con su hijo Martín. Sin embargo, Sofía, aquella mañana le reveló que su amigo Pali le había dicho que si quería ver al hombre del museo tenía que ir al museo y no al Casón. Además, añadió, sin el sacerdote. Javier se quedó desconcertado. En ningún momento se había referido a Luc Durand ni a Ángela. En ese estado de perplejidad, su mujer, Eva, le sugirió que fuera él con Sofía al museo del Prado y ella, con Martín al Casón.
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Museo del Prado |
Así lo hicieron. Sofía fue guiando a su padre por las salas del museo con el objetivo de encontrar a un señor con una llave hasta que se detuvo en el retrato de Luis Veldrof, aposentador real y conserje del Real Palacio, obra de Vicente López Portaña (ca. 1823).
Al principio, Javier Sierra no hizo caso a la elección de su hija, hasta que Sofía insistió en que se trataba del señor que le había regalado a Pali. Entonces, el escritor se fijó en el apellido Veldrof descubriendo su anagrama, Fovel, y el gran parecido con su maestro. El retratado sostenía una llave, en actitud de abrir algo. Y precisamente lo habían visto el día cuya configuración astrológica estaba dibujada en el Casón del Buen Retiro.
El escritor, siguiendo la intuición de Sofía cuya actitud suponía un puente entre dos mundos, regresó por la tarde al museo del Prado para volver a contemplar el retrato y fijarse en los detalles. En el momento de máximo trance apareció Luis Fovel. Era el reflejo exacto del aposentador aunque habían pasado 23 años. Javier Sierra le pregunta si es un ángel y el maestro del Prado responde que sí, en cierto sentido, ya que ángel significa mensajero.
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Q, dios anfibio creador |
En cuanto a la siguiente duda sobre su inmortalidad, Luis Fovel asevera que tiene el don de moverse en el tiempo. Su propósito es sembrar en el presente una conciencia del arte que trascienda lo estético manteniendo activas las puertas del arcanon de modo imperceptible.
Entonces le habla al escritor de la segunda visión y le pide que se concentre en lo sutil recordando cómo era el primer hombre-pez, es decir Q, el dios anfibio, el mensajero de la sabiduría, símbolo del agua y el orden cósmico. Finalmente, Javier Sierra lo percibe, en los pliegues de las cortinas, detrás de la figura de Luis Veldrof.
Ha llegado de nuevo el momento de la partida; sin embargo, esta vez, Fovel le asegura que su nombre, como el de tantos otros, está escrito en el plan maestro: aquel que salvará a nuestra especie del olvido del arte.
Javier Sierra concluye, en la nota final del autor, que parte de las afirmaciones de esta historia no son ficción y que, como lectora, ya formo parte de ese plan. La verdad es que me congratula porque, a medida que he leído y compartido en este espacio su contenido, me he dado cuenta -como me ocurrió con el Maestro del Prado- del profundo vínculo con el arte que nos une, dándome aliento para seguir con mi deseo de escribir.
Asimismo, con respecto al informe de Luc Durand para el Instituto Pontificio de Arqueología Cristiana, el sacerdote menciona la expresión Nolite timere ("no temas") como la más utilizada por San Juan Pablo II durante su pontificado, la misma con la que el arcángel San Gabriel se presenta ante la Virgen María para anunciarle el nacimiento de Jesús.
Partiendo de esta premisa, Luc Durand pide a los destinatarios de estas evidencias que se acerquen a la comprensión de la realidad expuesta: dos tipologías de ángeles o infiltrados. Destaca, además, la aparición del ser radiante Kukulcán quien instruyó a los mayas para medir el tiempo y les enseñó el movimiento de las estrellas -como las Pléyades- y de planetas como Venus. También menciona a Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, quien indicó el lugar donde debían levantarse las pirámides de Teotihuacán.
En general, el informe asevera que la conexión con los maestros instructores es propia de las mentes jóvenes, siendo una de sus señas de identidad su desaparición en un refulgente haz de luz. Por otro lado, expone la existencia de otros personajes cuyo rasgo común es su dificultad motriz, pero que son capaces de permanecer siempre cerca de donde surgen los maestros.
Por último, Javier Sierra refiere palabras de agradecimiento, entre ellas a su familia y al primer lector, Juan Eslava Galán, y puntualiza que El plan maestro y El maestro del Prado, a pesar de ser consideradas novelas y colocadas en estanterías de ficción, lo cierto es que beben del mundo real y considera son un híbrido entre ficción y hechos. En el mundo anglosajón cuentan con la palabra faction que une la narrativa con los hechos probados.
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Ilustración N.C. Wyeth |
Se trata de la última novela del escritor americano (cuyo verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens) en la que trabajó desde 1897 a 1908.
Fue publicada de manera póstuma en 1916 por Albert B. Paine, biógrafo y albacea literario de Twain.
Almas anónimas con gestos pequeños que realmente son cósmicos....
Gracias Javier, de nuevo, por un libro tan apasionante.
En Arrecife de Lanzarote, a 13 de octubre 2025, festividad de San Eduardo y Día de las Escritoras.
Sobre el autor
https://www.javiersierra.com/biografia/
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