El aleph - Narraciones

Una mañana en la que me encontraba en la antesala de la biblioteca de José Saramago, inmersa en la actualización de las redes sociales, apareció la cartera de Tías. Como suele ser habitual en este trabajo de la misma forma que entró, es decir como un rayo, desapareció. Sin embargo, en este espacio breve de tiempo hizo un comentario sobre el cuento "El aleph" del escritor Jorge Luis Borges

Le pregunté a Mercedes, la responsable de la biblioteca municipal de Tías, si se encontraba en su fondo bibliográfico y, en efecto, en una estantería vimos el libro de narraciones de la Edición de Marcos Ricardo Barnatán, de Cátedra, Letras Hispánicas. 


En la página 11, con el título Preliminar, dice:
“Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que hay un Camino.”
Borges. La Rosa de Paracelso

La palabra camino resaltada en mayúscula me llama la atención así como en la página 27 el siguiente texto dentro de la introducción "La infancia recuperada":

De su padre, prematuramente ciego como lo sería su hijo:

“Era muy inteligente y, como todos los hombres inteligentes, muy bondadoso"

 De su madre, Leonor Acevedo:

“Yo sólo soy la madre de los Borges”, y hasta su muerte lo acompañó siempre en su vocación literaria, era su crítico más exigente, su secretaria y su amanuense”

 Borges hijo:

“Yo siempre supe, de algún modo que sería escritor. Cuando era chico se hablaba mucho de ratés – no se usaba la palabra fracasados, sino la francesa ratés -, yo oía hablar de los ratés y me preguntaba con inquietud, ¡llegaré yo alguna vez a ser un raté? Ésa era mi máxima ambición”

 En la página 30 con el título "Favorable. Ginebra. Poemas" expresa:
"Vencida la puerta, que al fin acabamos siempre por descubrir en lo que parecía una verja infinita e impenetrable, se puede salir del jardín de infancia y descubrir el más allá del hasta entonces cerrado paraiso. Borges cumple así un doble viaje: el que lo conduce de la infancia a la adolescencia y el que lo aleja de su ciudad para llevarlo a un nuevo escenario
soñado en  los libros y en la nostalgia de sus ancestros. Borges cruza el océano y se encuentra con Europa, la madre cultural de los argentinos, la tierra perdida que nada puede usurpar.

Recordemos que Borges llega a España en 1919, año en el que Ramón Gómez de la Serna y Rafael Cansinos-Asséns representaban a la resistencia innovadora y europeísta. Borges había recibido una educación universalista en Argentina. Prefiere la eclosión de Cansinos y Ramón; eligió al marginado culto y visionario, que creía en la confraternidad de las naciones y no en el destino épico y colonialista de un pueblo vencedor sobre los otros. Siempre fue leal a Cansinos autoproclamándose su discípulo.

Es interesante la reflexión que realiza sobre Cansinos- Asséns. Un autor que conoció a través de la biblioteca de su padre y del que señala este pensamiento:
"La literatura es una de las más complejas y severas disciplinas del espíritu
 

Y centrémonos ya en la historia de  ... El Aleph.
Es una de las más célebres narraciones de Borges. Elementos sarcásticos y un transfondo esotérico y misterioso. Primera letra sagrada de los cabalistas y del alfabeto hebreo. "El Aleph” apareció por primera vez en la revista Sur, en septiembre de 1945. Encarna un microcosmos en el que todo el universo queda manifestado. El protagonista principal, el narrador, recuerda a su desaparecida amante, Beatriz Viterbo, fallecida en 1929. El 30 de abril era su cumpleaños y solía visitar la casa del padre y el primo, Carlos Argentino Daneri. Iba un breve espacio de tiempo, alrededor de 25 minutos. En 1933 una lluvia torrencial motiva que le inviten a comer, en 1934 lleva un alfajor santafecino y en 1941 una botella de coñac es sumada al alfajor. La relación se estrecha y Carlos se sincera sobre un poema que lleva escribiendo años “Tierra” . El narrador piensa que es extravagante y de gran torpeza métrica pero se despide a la medianoche sin confesarle su verdadera crítica. Dos domingos más tarde Carlos le volverá a llamar para merendar y  hacerle saber que había corregido varias estrofas del poema. Creía que le iba a pedir que le prologara este farragoso libro y sin embargo no es así.
A finales de octubre le llama iracundo ante la demolición de la casa de sus padres en la calle Garay. Le cuenta algo íntimo, necesitaba la casa para finalizar el poema ya que en el sótano del comedor había un aleph: uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos. El lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos.
Finalmente regresó a la casa, bajó al sótano, buscó el baúl, abrió los cajones, cogió una bolsa doblándola como almohada y se extendió en el suelo. Sintió miedo por haberse dejado soterrar por un loco. En la parte inferior del escalón vio una pequeña esfera tornasolada. El diámetro del aleph sería de 2 ó 3 centímetros y el espacio cósmico estaba ahí. Vio el mar, el alba y la tarde, todos los espejos del planeta, caballos, tigres, todas las hormigas, el inconcebible universo. Se despidió, con una voz indiferente, de Carlos aconsejándole campo y serenidad sin discutir el aleph.
En marzo de 1943, tras la demolición del inmueble, la editorial Procusto publica su poema y recibe el Segundo Premio Nacional de Literatura. Triunfaron la incomprensión y la envidia.
Ideas 
- Cursilería de la sociedad argentina de la época.
- En “El Aleph” Borges ridiculizó sutilmente al poeta Pablo Neruda, representado en su cuento por Carlos Argentino Daneri, cuyo apellido es un anagrama del seudónimo del chileno -Daneri- Nerida-
- El aleph es de una naturaleza ilimitada y pura divinidad. Se dice que tiene la forma de un hombre que señala el cielo y la tierra, para indicar que el mundo inferior es el espejo y es el mapa del superior.

-     * Ha habido otros falsos, son meros instrumentos de óptica. Los fieles que acuden a la mezquita de Amr, en el Cairo, saben que el universo está contenido en el interior de una de las columnas de piedra que rodean al patio central …


Otras narraciones: Hombre de la esquina rosada, La biblioteca de Babel, El informe de Brodie y El libro de arena.

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