Crónica de una muerte no anunciada
domingo, mayo 07, 2017
Fijo la vista en el horizonte oceánico, haciendo un inciso en la reflexión, al escribir. No estás en el lugar habitual. Siempre me sigues hasta que decido dónde voy a sentarme. Es el momento entonces de echarte, en
forma de ovillo, para hacerme compañía en las horas de estudio, preparación
de clases, correcciones, redacción de textos y demás tareas, a veces, interminables. A todas esperas
con paciencia porque a su término, intuyes, habrá un merecido paseo.
Ahora, al girarme hacia la izquierda, veo solo la mantita verde en tu espacio cotidiano y recuerdo, con nitidez, tan reciente adiós surrealista. No debo, sin embargo, desvelar el desenlace inesperado de esta historia sino revivir su feliz comienzo.
Ahora, al girarme hacia la izquierda, veo solo la mantita verde en tu espacio cotidiano y recuerdo, con nitidez, tan reciente adiós surrealista. No debo, sin embargo, desvelar el desenlace inesperado de esta historia sino revivir su feliz comienzo.
Maqueta |
Habitación Marina 1995 |
Y antes de que finalizara la frase te metiste en casa como un torbellino. Sonreí. Eras como uno de los graciosos cachorros con los que había decorado la habitación de Marina cuando era pequeña y residíamos en un bungalow de Puerto del Carmen.
-¡Un dálmata! -
exclamé asombrada.- ¿Dónde lo habéis encontrado?
-Estábamos
caminando y de repente apareció detrás de un coche - gesticularon las niñas.
El dueño
seguro que estará preocupado buscándolo - añadí. Bajad de nuevo y averiguad a
quién pertenece. Ya me contaréis cuando vuelva de la cena.
¡Sí, sí! - respondieron al unísono las dos - bajando alocadamente la escalera con el can en dirección
al descampado de enfrente para jugar con él.
Al regresar más tarde, mi hija me explicó que no habían visto a nadie que pudiera ser el
responsable del dálmata; acariciaba al perro que se dejaba querer, ya bautizado
con el nombre de Twingo, modelo del coche junto al que había surgido súbitamente.
De acuerdo - las sosegué. Esta noche se puede quedar aquí pero mañana habrá que ir a la Clínica Veterinaria y preguntar si tiene chip. Imaginad cómo debe sentirse su dueño – mencioné.
De acuerdo - las sosegué. Esta noche se puede quedar aquí pero mañana habrá que ir a la Clínica Veterinaria y preguntar si tiene chip. Imaginad cómo debe sentirse su dueño – mencioné.
Twingo (2010) |
Me hizo mucha
ilusión cuando me lo regaló mi novio - confesó la joven. Pero nos pasábamos el
día fuera de casa, trabajando. Al volver ... ¡siempre había mordido algo y estaba tan nervioso! Los padres de mi amiga tienen una finca con mucho terreno y allí está
mejor - se convenció a sí misma la joven dándome otro número de teléfono. Gracias - le contesté. A continuación
marqué el segundo número pero no respondió nadie en ese momento.
La mañana del
sábado transcurrió con las rutinas de la compra y los quehaceres del hogar.
Preparé la comida y nos sentamos a la mesa. Antes justo del postre escuchamos el teléfono
fijo de casa. Me dirigí al salón.
Es Juan - el
dueño del perro- dije en voz alta tapando el auricular. Ha debido de ver mi llamada
registrada en su móvil.
- Sí, soy el
dueño del dálmata - contestó Juan.
Le informé enseguida de que el perro estaba bien, jugando incansablemente con los niños. Nos habíamos percatado, por cierto, de una lesión en la pata derecha.
Le informé enseguida de que el perro estaba bien, jugando incansablemente con los niños. Nos habíamos percatado, por cierto, de una lesión en la pata derecha.
Bueno, en
realidad le hice un favor a la mejor amiga de mi hija - continuó Juan. Ella
vivía en un piso y no podía cuidar al dálmata. Es cierto que tengo además otros 3 perros. Son grandes y muy buenos guardianes de la finca. ¿Y dice usted
que tiene niños?
- Sí. Marina, de
14 años, y Eduardo, de 10 - le respondí satisfaciendo su curiosidad.
- Quizá, ehm, no
sé, le gustaría que el perro …
- Juan -
puntualicé - vivimos en un piso de alquiler. Nuestro último perro murió en 2005
y regalamos casi todas sus cosas exceptuando algunas que están en el garaje.
- Por eso no se
preocupe. Mire, voy ahora mismo a su casa y hablamos. La verdad es que el dálmata ..... no es feliz con nosotros. - sentenció Juan.
La voz de mi marido, procedente de la cocina, me ubicó de nuevo en la tierra. ¿Estás loca? ¿No estarás pensando en tener otro perro? - opinó en vano. Me senté de nuevo en la mesa, suspiré y retomé la comida. A los 10 minutos sonó el timbre de la puerta de nuevo. Los niños se levantaron rápidamente y abrieron. Juan era un hombre de pelo canoso y expresión afable. Apenas a unos metros a la derecha nos observaba Twingo, a través del cristal de la terraza, con las orejas atentas y su movimiento de cola acelerado.
Juan insistió en
que la convivencia con los otros perros no era la idónea para el dálmata. No se trataba de la primera vez que se escapaba de la finca de los Topes, en
la cercanía de la biblioteca del escritor portugués José Saramago. Algunos vecinos del barrio nos corroboraron este hecho el día anterior, ya que lo habían visto deambular suelto en otras
ocasiones. Mis hijos, sin parpadear, escuchaban la conversación sobre el inteligente can explorador.
Marina y Twingo - 20.03.2010 |
- Marina, te corresponde lunes, miércoles y viernes.
- Eduardo, a ti, martes, jueves y sábados. El domingo compartiremos los cuidados entre todos. - planifiqué.
¡Hecho, hecho!
Los niños se pusieron a dar saltos y a abrazarme. Gracias, mamá. Gracias, mamá - repitieron rebosantes de alegría.
Juan se encaminó al coche para ir a buscar el pienso. Las voces infantiles y los animados ladridos le despidieron en el callejón donde el dálmata empezaba a intimar ya con sus nuevos vecinos.
Juan se encaminó al coche para ir a buscar el pienso. Las voces infantiles y los animados ladridos le despidieron en el callejón donde el dálmata empezaba a intimar ya con sus nuevos vecinos.
En el interior
de la casa una aseveración retumbó en el aire. -Definitivamente estás loca-. Al cabo del
rato subieron los niños sosteniendo un gran saco de 15 kg de “Friskies”, una correa, y pegado a ellos, como un lunar, el huracán de Twingo. Juan ya se había ido. Tenía prisa por ir a
trabajar al restaurante que gestionaba en la Avenida de las Playas de Puerto del Carmen.
Foto: T. Sestayo |
Reparé en la
fecha de nacimiento y en la de su espontánea aparición en el barrio. ¡Vaya una coincidencia! 19 de marzo 2008 y 19 de marzo 2010. Es decir, el dálmata había nacido
el día del Padre, festividad en la que se honra a San José. Respiré hondo. El viernes que
Marina y Ana lo encontraron cumplía exactamente dos años. El dálmata había recibido una familia como
regalo. Si, porque finalmente decidimos acogerlo. Sería el perro de los niños.
Le cambiamos el nombre de manera oficial y todos los datos relativos a su nuevo
dueño y dirección en el chip. En la clínica veterinaria de Arrecife, de la Avenida Fred Olsen, se le
vacunó de lo que tenía pendiente y se planteó qué hacer con la lesión en
la pata derecha.
- Un perro con dos años debe
correr. Sería lamentable que siguiera cojeando - había manifestado el
veterinario.
- Por supuesto - opinamos nosotros. No nos cabe la menor duda al respecto.
El 23 de abril, Ramón, intervino al dálmata de los ligamentos. Juan nos ayudó con la mitad del importe de los gastos de la cirujía.
- Por supuesto - opinamos nosotros. No nos cabe la menor duda al respecto.
El 23 de abril, Ramón, intervino al dálmata de los ligamentos. Juan nos ayudó con la mitad del importe de los gastos de la cirujía.
Thomas y Twingo nadando - 2012 |
Optimista, feliz
por naturaleza, incluso cuando se le regañaba. Era difícil enfadarse con él, hasta en las situaciones en las que requería una pronta severa amonestación. Una de las
primeras reprimendas recibidas fue en la cocina del piso de Tías. Un fin de semana Marina
había invitado a sus amigas a cenar y a ver una película. Pendiente del horno, sacó la pizza en su punto, dejándola recién hecha en la encimera; introdujo la segunda base y se marchó un
momento al aseo. Cuando regresó .... ¡Twingo se había zampado la apetitosa pizza barbacoa,
tamaño familiar, y aún se relamía!
Es cierto que no
todo era armonía en su conducta. Los perros recogidos llevan un bagaje anterior que
desconocemos en su adopción. Y este era el caso de Twingo. ¿Por qué ese irrefrenable enfrentamiento a algunos de sus congéneres? En especial, a los Bulldogs franceses, aunque
otras razas de perros grandes como la husky, parecida al lobo, tampoco se salvaban de sus imprevisibles reacciones. Una aversión que no llegó a superar porque probablemente se correspondía con un mal recuerdo. ¿Quizás un mordisco a traición?
Este cambio de temperamento y posible
trauma “infantil” se desencadenaba exclusivamente en el exterior, lo que nos
obligaba por prevención a no llevarlo suelto, a excepción de lugares poco
transitados como las antiguas salinas, en la zona del Reducto, donde además disfrutaba
persiguiendo conejos. En cuanto nos poníamos el deportivo calzado o la conocida ropa de paseo comenzaba
su incesante ladrido, apaciguado sólo por la palabra “sit”, con el objeto de
enganchar la correa al collar. Hecho sencillo que a veces se demoraba más por su síndrome de patas inquietas.
tirar con una fuerza descomunal únicamente atenuada por la tranquilidad de percibir que el recorrido no era interrumpidoSu dirección era clara, sin mirar atrás, con un impulso que le llevaba a alejarse, a buscar lo desconocido y a sortear con agilidad una posible pausa en el camino. Se aburría someramente si me paraba a mantener alguna espontánea conversación y como un adolescente impaciente manifestaba rotundamente su descontento.
Las tentaciones de Twingo |
Si de juego se
trataba, no se conformaba con el simple ir y venir de una pelota, a no ser que el
lance fuera en el mar. Su actitud terrera asilvestrada se tornó al estilo
urbanita, al mudarnos a Arrecife, siendo espectador asiduo del “skate park" y de las vertiginosas
piruetas de sus valientes artífices.
Desde 2014 era habitual verlo, con un arnés, tirando con firmeza de un tricolor longboard en el que su amo hacía equilibrios por no caer ante un considerable socavón o un peligro mayor, la aparición de un incompatible can. Nadie le obligaba a correr a la velocidad de la luz; él imponía el ritmo y el final del trayecto, unas veces divertido y otras accidental; ambos habían aprendido de los errores cometidos y dominaban el mismo lenguaje: si Twingo notaba que el tirón se aflojaba debía irse a la derecha para salvar algún bordillo y si el viento venía de frente, había que agacharse. Incluso era capaz de ir ralentizando poco a poco ante la significativa orden de su amo.
Desde 2014 era habitual verlo, con un arnés, tirando con firmeza de un tricolor longboard en el que su amo hacía equilibrios por no caer ante un considerable socavón o un peligro mayor, la aparición de un incompatible can. Nadie le obligaba a correr a la velocidad de la luz; él imponía el ritmo y el final del trayecto, unas veces divertido y otras accidental; ambos habían aprendido de los errores cometidos y dominaban el mismo lenguaje: si Twingo notaba que el tirón se aflojaba debía irse a la derecha para salvar algún bordillo y si el viento venía de frente, había que agacharse. Incluso era capaz de ir ralentizando poco a poco ante la significativa orden de su amo.
De paseo por el Reducto con el longboard en época navideña |
Así ocurrió el sábado 22 de abril, como tantas otras tardes de anhelado paseo. Quiso el destino que mientras yo estaba inmersa en mi mundo de letras, en Playa Blanca, atenta a la presentación del último libro de nuestro amigo Manuel Concepción, “El cogedero”, y después a la novela “Alicia” de Miguel Aguerralde, me quedara también a escuchar a Ismael Lozano y su consejo implícito en la reciente publicación “No me he ido todavía” de dar un abrazo cada noche a la persona con la que convives.
Miré el reloj.
Ya eran las 20h. Probablemente Twingo estaría disfrutando de un paseo largo,
ventaja del fin de semana. Moví la mano en señal de despedida y me encaminé al
coche. ¡Qué agradable había sido el encuentro en la Feria del Libro! Y con
retazos en la memoria de breves conversaciones con Ana Mª Gomariz e Irma Echeverría sobre lecturas y vidas, emprendí
el camino de regreso. Acababa de pasar el desvío a Femés cuando sonó mi móvil. Era una llamada de mi marido. Como circulaba con el coche que nuestra amiga Pilar nos había prestado, en tanto se solucionaba la avería del Nissan Primera, no tenía activado el manos libres. Quedarían aproximadamente 15 minutos de trayecto. Aún así decidí detenerme un momento en las inmediaciones de una gasolinera para responder.
- No te
preocupes, Thomas, llego enseguida - le dije pensando que estaba en casa. Pero
el tono entrecortado de su voz me confirmó el mal presagio de que algo estaba
pasando.
- Ven, por favor, mientras paseaba a Twingo ... ha muerto. - musitó.
- ¿Cómo? No puede
ser. - inquirí.
- Sí. Trae el
coche cuanto antes, a la altura del aparcamiento. - insistió.
Arranqué el
motor, apagué la radio y me dirigí hacia el garaje del inmueble con el único objetivo de llegar cuanto antes y comprobar que no era verdad. Subí a casa, me cambié, cogí el móvil y las llaves. Acto seguido accedí al ascensor y presioné el botón de la planta
baja. Salí a la calle y fui corriendo hacia el parque. No los veía. Llamé
a mi marido.
- ¿Dónde estáis? - pregunté con estupor.
- ¿Dónde estáis? - pregunté con estupor.
- En
las escaleras que bajan al mar, frente a la antigua discoteca Aqua. Date prisa que aquí hay
una gente que dice que quería echar el cuerpo de Twingo al mar. - pronunció.
- ¿De
qué está hablando? No le he debido de entender - pensé desconcertada. Y conforme me acercaba
al lugar descrito divisé a Thomas y, a su alrededor, varias personas
increpándole.
Y aquí comienza
el desenlace surrealista al que me refería al inicio del relato.
- Thomas, ¿me
puedes explicar qué sucede? - le miré boquiabierta.
- Pues que paseando con Twingo por las salinas se desplomó. Intenté reanimarlo pero fue fulminante. Parecía que hubiera recibido una descarga eléctrica. Por no llevarlo muerto en brazos y llamar la atención, me acerqué a casa a por una lona y también a contactar con el veterinario para que me informara de cómo proceder. Regresé y lo envolví. Me lo puse a los hombros dirigiéndome hacia la Clínica Veterinaria Arrecife e hice un descanso frente al aparcamiento para esperarte. Dejé a Twingo tapado con la lona, fuera de la vista de la gente, en el peldaño superior de las escaleras. Y ahora estas
personas me acusan de tener la intención de deshacerme del perro queriéndolo tirar al mar. Acabo de llamar a la Policía. - relató.
Mis ojos
estupefactos buscaron la mirada de una joven y dos chicos que ciegos vocalizaban
de nuevo lo impronunciable.
-¿Cómo se te
ocurre decir algo tan absurdo? - me encaré a la joven.
- A mí no me
levante la voz, que soy menor. - respondió con cadencia.
- Estaba
conduciendo cuando me avisó mi marido - continué en el tono anterior.
- No les des
explicaciones - señaló Thomas. La Policía viene enseguida.
- Es un miembro
más de nuestra familia - añadí, observando a aquellos personajes sacados de una obra de teatro, género esperpento, de Valle Inclán. ¡Basta de sandeces! - espeté.
Y me aproximé a Twingo, con la esperanza de verlo con vida. Su cuerpo inerte yacía frente al mar cubierto con la lona verde. La levanté y le acaricié la cabeza. Parecía dormido. La Policía llegó e hizo las preguntas pertinentes. En tanto se sucedían las declaraciones me percaté de que debía avisar también a mi hijo. Le llamé y resignada le expliqué el lugar en el que nos encontrábamos.
Y me aproximé a Twingo, con la esperanza de verlo con vida. Su cuerpo inerte yacía frente al mar cubierto con la lona verde. La levanté y le acaricié la cabeza. Parecía dormido. La Policía llegó e hizo las preguntas pertinentes. En tanto se sucedían las declaraciones me percaté de que debía avisar también a mi hijo. Le llamé y resignada le expliqué el lugar en el que nos encontrábamos.
Eduardo y Twingo |
Twingo repantingado |
Twingo apenas
acababa de cumplir 9 años el 19 de marzo y pensé en dedicarle unos versos. Contarle
al mundo la sonrisa diaria que esbozábamos al abrir la puerta de casa y verle en
el salón repantingado en el puff naranja de Marina. Se había hecho dueño y
señor de este cómodo asiento y no se avergonzaba lo más mínimo en reivindicar
su confort. Transmitir la alegría en su ladrido afónico al recogerle del hotel
canino D-Kanes, en la carretera de San Bartolomé, donde puntualmente se alojaba,
hablar de su pícaro rostro apoyando la cabeza en un cojín, almohada o en el
sofá beige a hurtadillas cuando no estábamos.
Era difícil
resumir los 7 años que hemos pasado juntos en un poema. El dálmata feliz se
merecía un relato, aunque fuese corto, entre punzada y punzada sentida en el
desempeño de mi vocacional labor docente, la asistencia a clases de alemán y la
redacción de la sección de turismo de mayo dedicada al Día de la Cruz. El tintero aún está lleno y nuestra
memoria con la máxima capacidad de recuerdos dichosos.
Solo los compartiremos con aquellos que distinguen el amor frente al maltrato, la generosidad frente al egoísmo, el sentido común frente a la estulticia y, sobre todo, la empatía frente a la insensibilidad.
Dedico “Crónica de una muerte no anunciada” a mis hijos, Marina y Eduardo Luis, a Thomas y a mi madre. Con el respeto
y la admiración que siento por el escritor Gabriel García Márquez, me atreveré
a incluir esta crónica dentro del movimiento llamado realismo mágico, basado en
hechos reales que incluyen elementos fantásticos en la narración. ¿Por qué lo
hago?
Porque la
literatura tiene la autonomía de la imaginación y la libre creación. Elijo, por
consiguiente, un desenlace distinto para esta crónica. Con él seré capaz de no
demorar ya más la noticia y decírselo hoy 07 de mayo, Día de la Madre, a Marina. Aquella
entonces niña, educada en el amor y respeto a los animales, que no tuvo ninguna
duda en seguir el dictamen de su corazón solidario, llevándose al dálmata a su sencillo hogar. Ella cursa actualmente en Madrid el grado de "Cinematografía y Artes Audiovisuales".
Twingo cuenta su
historia
Son las 10 de la
mañana. Me acabo de enterar que ya ha llegado mi amo de Fuerteventura.
¡Menuda sorpresa! Estoy paseando con Syra. Ella creía que vendría más tarde
pero hemos tenido que regresar a casa antes de lo previsto; debía abrirle la
puerta del garaje. Ahora conduce el coche de ella; se les ha vuelto a estropear
el Nissan Primera y está en un taller de Corralejo, con la llave del garaje de
casa en su interior. En fin, no me extraña, tiene ya 17 años, la misma edad que
Eduardo. Es el coche al que subo cuando me llevan de excursión, no muy lejos
porque no paro de ladrar y me pongo muy pesado. La última fue por el Volcán de
la Corona. Me lo pasé de maravilla en Haría. Allí me dejaron suelto y disfruté a mis
anchas de la tierra, de las plantas y de curiosear a mi antojo.
La verdad es que siempre he sido algo travieso e independiente. Hay una etapa de mi infancia que no me gusta en la que tuve que convivir con 3 perros adultos. Opté por escaparme y otear alrededores en busca de cariño. Todos me rechazaban. Ya tenían otras mascotas en su vida. Pero aquel día fue especial. Me había alejado más de lo habitual, no me esperaba nada atrayente en casa. Deambulaba por un barrio donde había un colegio cercano. De pronto aparecieron dos niñas riendo. Se fijaron en mí. ¡Qué gracioso! Un dálmata! -exclamaron. Las miré, vi la ternura en sus ojos y me abalancé a lamerlas. Como un imán las seguí hasta una hilera de casas ubicadas en un callejón sin salida. Subí trotando los 13 escalones hasta su piso. Una mujer de pelo castaño abrió la puerta, estaba terminándose de vestir. ¿Ya estáis aquí? – preguntó sorprendida. Y al verme se quedó boquiabierta. Sus ojos y los míos coincidieron. Entré sin pedir permiso al cálido salón color salmón, olisqueé y comprobé con alivio que no había otro perro. Sentí las caricias en mi lomo y pedí un deseo de cumpleaños. - Quiero ser un miembro más de esta familia -. Se cumplió.
Arrecife - 17.02.2017 |
Tengo la suerte de caminar todos los días por un paseo cercano al mar. Contemplo amaneceres de ensueño con Eduardo que me saca por la mañana muy temprano antes de irse al instituto. A menudo me subo al muro de piedra volcánica que me separa escasos metros del océano Atlántico y siento la brisa en las orejas. A veces me sueltan por las antiguas salinas donde me entretengo asustando a conejos. Otras permanecemos cerca del skate park viendo las piruetas que los jóvenes hacen e intento comer algún resto de bocata o el pan de las palomas desperdigado en el césped hasta que recibo la amonestación cotidiana.
Disfruto de un
paraíso solo alterado por la presencia de algunos congéneres que no me caen
bien. No soporto a los bulldogs franceses. Muy tranquilitos, muy tranquilitos.
¡Ja! Menudo mordisco me dio cuando era pequeño el del vecino de la calle San
Pedro, en Tías. Por no hablar ahora del bichón maltés de la vecina. Se cree que
no me he dado cuenta. Está enamorada de Eduardo. Cada vez que lo ve en el
ascensor le hace cabriolas. Los celos me pueden pero me resarcí el otro día. En
un descuido de mi ama, que leía la correspondencia esperando el ascensor en la
planta baja, se abrió la puerta y apareció la perrita. Venga a
ladrar, venga a ladrar. Como estaba la correa floja, aproveché y le di un buen
susto. Lo peor fue el disgusto en casa a la hora de la comida. Desde entonces
me ponen el bozal, exceptuando mi amo. A él no le engaño. Ya le he hecho muchas
y tenemos telepatía.
Thomas y Twingo (2014) |
Esta tarde de sábado ha sido una sorpresa. Syra se ha ido a Playa Blanca, a la Feria del Libro. Tenía intención de sacarme un rato antes pero al verme tan feliz descansando con mi amo, me ha pasado una mano suavemente por el lomo y le ha dejado una nota en la cocina. -Vendré pronto, da un paseo a Twingo. Después haremos la compra- decía.
Realmente me he
hecho el sordo aunque dicen que es una enfermedad congénita. De eso nada.
Escucho perfectamente el leve sonido de caer algo en mi comedero y por supuesto
los diferentes matices de voz como el tono grave de mi amo cuando arrasé con
todas las hierbas aromáticas de la terraza. La albahaca, el perejil, el romero,
el tomillo. ¡Qué festín!
¡Qué divertido ha
sido el paseo de esta tarde en longboard! Una vez más he ido a una velocidad supersónica.
Nadie me obliga pero a mi amo y a mí nos sube la adrenalina; nos sentimos más jóvenes. Menos
mal que mañana hará 7 años que me operaron de los ligamentos de la pata derecha.
Mi veterinario Ramón es un experto traumatólogo. También cuidó de un perro bardino que
tuvieron mis amos, uno de los 6 cachorros de la misma camada que recogieron en Papagayo en 1992. Tienen un retrato de Drake y otro mío que dibujó Marina a lápiz cuando iba a clases de Arte con Mariola Acosta en Tías. Los dos están colgados en casa. ¡Están chiflados!
¡Uy! ¡Ya llega
mi ama! Pronto, como decía en la nota.¡Qué raro! Al atravesar el umbral de la
entrada no ha sonreído al verme repantingado en el puff de Marina. ¿Qué ha
dejado Syra en la mesa del salón? ¡Ah! Es un sobre violeta. De reojo la
observo. Está ensimismada mirando a mi amo acariciarme la cabeza y las orejas negras que tanta gracia le hacen. Thomas está sentado
en el sofá beige que ya presenta alguna marca de mis subidas clandestinas. ¡Qué cómodo
estoy ahí con mi mantita verde cuando me dejan solo en casa!
Hogar, dulce hogar |
Me seguiré
haciendo el dormido hasta que Syra me avise para cenar. ¿Se habrá dado cuenta que le
he cogido los caramelos de la habitación? Todavía me echa en cara aquel día, recién
llegada del IES Zonzamas, que puso el bolso en la cama y yo, mientras estaba ella en el baño, metí el hocico en su interior .¡Qué ricas estaban las palmeritas que le había regalado su compañera Elsa!
Hogar, dulce
hogar.
El vínculo entre un perro y su dueño es similar al de una madre con su hijo
Así lo determinó un equipo de científicos del departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad Azabu (Japón). El estudio, publicado en la revista Science, demostró que la hormona del amor (oxitocina) es la que ha creado una conexión tan fuerte como la que se crea a nivel biológico entre padres e hijos.
El vínculo entre un perro y su dueño es similar al de una madre con su hijo
Así lo determinó un equipo de científicos del departamento de Ciencia Animal y Biotecnología de la Universidad Azabu (Japón). El estudio, publicado en la revista Science, demostró que la hormona del amor (oxitocina) es la que ha creado una conexión tan fuerte como la que se crea a nivel biológico entre padres e hijos.
http://www.muyinteresante.es/naturaleza/fotos/curiosidades-cientificas-sobre-los-perros/amor-perruno
Labels:Narrativa - Relatos Syra
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(Atom)
Buscar en este blog
Vistas de página en total
Seguidores de Facebook
Temas
- Arte (44)
- Cine (8)
- Creatividad (7)
- Deporte (1)
- Diario de Syra (1)
- Educación (86)
- Entrevistas (5)
- Filosofía (6)
- Fotografía (9)
- Gastronomía (17)
- Historia y Ciencia (5)
- Intervenciones en Radio (10)
- José Saramago (46)
- Literatura (207)
- Literatura juvenil (14)
- Medio Ambiente (9)
- Moda (1)
- Música (23)
- Narrativa - Relatos Syra (26)
- Opinión (1)
- Poesía (72)
- Resúmenes novelas (4)
- Sociedad (43)
- Turismo (131)
Citas
"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero)
"Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago)
"Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset)
"Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto)
"La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano)
"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust)
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"
Comentarios
Archivo del blog
-
►
2024
(28)
- ► septiembre (2)
-
►
2023
(30)
- ► septiembre (3)
-
►
2022
(39)
- ► septiembre (4)
-
►
2021
(24)
- ► septiembre (3)
-
►
2020
(29)
- ► septiembre (1)
-
►
2019
(25)
- ► septiembre (1)
-
►
2018
(25)
- ► septiembre (2)
-
▼
2017
(18)
- ► septiembre (1)
-
►
2016
(21)
- ► septiembre (1)
-
►
2015
(37)
- ► septiembre (2)
-
►
2014
(52)
- ► septiembre (2)
-
►
2013
(81)
- ► septiembre (6)
-
►
2012
(135)
- ► septiembre (8)
-
►
2011
(95)
- ► septiembre (5)
-
►
2010
(48)
- ► septiembre (4)
-
►
2009
(18)
- ► septiembre (2)
De Interés
- Ayuntamiento de Haría
- Clara Sánchez
- Conversaciones literarias en Formentor
- Diario La voz de Lanzarote
- Fundación César Manrique
- Fundación José Manuel Caballero Bonald
- Fundación Saramago
- Memoria de Lanzarote
- Ministerio de Cultura
- Página Oficial Pintor Jiménez-Pajarero
- San Bartolome
- Tías
- Turismo en Fuerteventura
- Turismo Lanzarote
Precioso relato,Syra. Enhorabuena!!!!Un enorme abrazo desde Madrid.
ResponderEliminarMuy bonito y emocionante! Que penita de Twingo. Un abrazo.
ResponderEliminarPrecioso relato!!tienes ese don de convertir hasta lo triste en algo entrañable,tocas las mejores fibras del ser humano.
ResponderEliminarSigue escribiendo!que aquí tienes una admiradora.Bs.
Gracias Eva por tus cariñosas palabras. Me alegro que consideres el relato entrañable porque así ha sido precisamente la relación con Twingo siempre. Bs
EliminarPreciosa historia, siento mucho la perdida de Twingo. Un beso
ResponderEliminarGracias Fabiola. Tenemos la gran suerte de recordar también a Twingo con las numerosas fotos que Marina le hizo. No en vano ha sido siempre su mejor modelo. Bs
ResponderEliminaruffff me acabo de hinchar a llorar joo lo siento mucho pobre Twingo que lindo que penita...un abrazo grande Syra.
ResponderEliminarSi te digo que la historia de Ciro no es casi la misma te miento. También se escapó de la casa de sus 'dueños'para buscar un nuevo hogar. También es un glotón y como no, mueve la cola sin parar mientras te mira con esos ojos tan marrones. Estas manchitas llegan para robarnos el corazón. Un placer haber coincidido esta tarde.
ResponderEliminar