"La vieja sirena". José Luis Sampedro

 

Biblioteca Centro Cívico Arrecife

“La vieja sirena” es una novela de José Luis Sampedro (1917-2013) publicada por Editorial Destino en 1990. Ambientada en Egipto en el siglo III d. J.C. en una época en la que dos grandes imperios, el romano y el persa, empiezan a decaer amenazados por los bárbaros, el asentamiento del cristianismo y la lucha por el poder de los reyes de Palmira.

La protagonista es Irenia, una esclava envuelta en un aura de misterio, realzada por la belleza de su cabello cuyo color ámbar magnetiza. Irenia no sabe dónde ha nacido ni quién es su madre. Su mente evoca recuerdos en la arena de la playa de Psyra donde apareció tocándose las piernas. Allí la recogió Porfiria, una mujer que supo apreciar sus dones de inteligencia, energía y sensibilidad. La relación con los cristianos la llevará a la cárcel, pero su buena estrella la salvará.

Irenia representa varias identidades (Kilia para su familia adoptiva, Nur para su amante, Uruk, Irenia...) en una sucesión de avatares crueles del destino con diferentes amos (Amoptis, Astafernes…) que verán la luz cuando conoce a Ahram el Navegante. Este hecho se produce al defender la esclava con su cuerpo a su nieto, Malki, del posible ataque de un perro mastín. Desde entonces se ocupará de cuidar y educar al pequeño. Irenia pronto se gana la confianza de todos. La suerte le es favorable al encontrar el amuleto perdido de Malki, un udjat (el ojo de Horus), bajo los lotos, o quizá sea propiciada por los poderes que se le atribuyen como el que le hizo no ser devorada por las morenas de un estanque.


Diosa Afrodita

Del filósofo Krito recibirá la palabra, la comprensión, la serenidad y la reflexión como el hecho de ser dos en la misma persona, el visible y el escondido. Sentada con él en el banco de los delfines se harán confidencias mientras Ahram visita Palmira buscando la alianza de Zenobia y Odenato. A su regreso Ahram la lleva a su gruta refugio y comienza su gran historia de amor. Irenia (Glauka a partir de entonces por el color de sus ojos verde claro como el agua del mar) susurra al Navegante que antes fue una sirena, habiendo desvelado a la diosa Afrodita (mitología griega) en su templo el deseo de ser mortal y serle concedido. Los dos estaban predestinados. El reverso de la medalla que lleva el Navegante colgada al cuello muestra una sirena entre las ondas. Glauka abandona el gineceo y se traslada a la torre de Ahram. Ahora es su compañera (hetaira) y se viven mutuamente.

Sin poder no eres nadie. Ese sentimiento está grabado desde que era niño en la memoria de Ahram. Le arrebataron su familia y el odio se apoderó de él contra Roma. No siempre lo ostentará. El Navegante sufrirá intrigas, traiciones infiltradas, envidias y falsas alianzas. Ese carácter de autoridad, tanto a bordo de su barco como en el trato a los demás, lo define, y habrá momentos en los que Glauka, a pesar de quererlo profundamente, deseará que él tuviera la delicadeza, palabra y paciencia del filósofo. 


Imagen (Ecoosfera.com)

En “La vieja sirena” vemos que el amor para ser auténtico precisa de la pasión de Ahram, la sensibilidad de Krito y la fuerza protectora de Glauka. Sampedro aborda otros temas como la homosexualidad en un contexto de claras relaciones lésbicas (Clea, Domicia y Glauka), el miedo al rechazo y el estigma de ser discriminado (Krito), la infidelidad (siendo lo natural entre los hombres como Ahram), también los celos y violencia desencadenados cuando ésta parte de la mujer (Glauka y Krito).

Las divinidades son puestas en tela de juicio. Krito, el filósofo de la escuela de Epicuro, señala que una misma diosa tiene varios nombres como Ishtar, Artemis, Venus, Ashtarté quien representa el amor, la belleza, la sensualidad, la vida y la fertilidad. En suma, la Gran Diosa Madre, la única porque tiene el altar en el alma y no en los templos. Se menciona además el dios de los fronterizos (Némesis, diosa de los límites; Jano, entre el ayer y el mañana; Hermes, dios de los viajeros; Zeus…) dado que Glauka y el filósofo comparten esa característica igual que nuevas confidencias como la de ser una sirena y comprender el mensaje telepático del delfín que la llevará al lugar donde Ahram sobre una roca en el mar Eritreo espera un rescate. Allí ha nacido otro hombre que ha experimentado un viaje hacia el corazón.

Sampedro describe la enfermedad y la vejez como sinónimo de haber vivido. El vértigo del amor entre Ahram y Glauka sigue venciendo a la adversidad porque está escrito en las estrellas como los versos de San Juan de la Cruz

A donde me esperaba
quien yo me sabía
en parte donde nadie parecía

“La vieja sirena” es un canto a la vida, a la libertad, al arte de amar de múltiples maneras y en total plenitud, a la dualidad (mujer-sirena, libre/esclava), de tener la certeza de querer estar con el ser amado para toda la eternidad incluso en la muerte, verdadero sentido de la existencia.


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