"César Manrique. Memoria compartida"



El jueves, 25 de octubre, tuvo lugar la cuarta mesa redonda en torno a la figura del artista lanzaroteño César Manrique, en la Sala José Saramago de Arrecife. 
A las 20:30 h dio comienzo este acto que forma parte de los programados por la FCM en conmemoración del 20º aniversario de la inauguración de la institución y de la desaparición del creador. Con el título “César Manrique. Memoria compartida” se reunió a personas muy allegadas al artista: sus dos hermanos, Carlos y Juana Manrique, Juan Marrero Portugués (ex director general de La Caja de Canarias y miembro del Tribunal de Cuentas de Canarias hasta 2012), que fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Arrecife, durante la etapa en la que José Ramírez Cerdá, amigo de César Manrique y apoyo incondicional para el desarrollo de las obras públicas del artista en Lanzarote, era alcalde del municipio; y José Juan Ramírez, presidente de la Fundación César Manrique desde su inauguración.

Las moderadoras fueron la periodista Usoa Ibarra, jefa de informativos y presentadora de Archipiélago TV Lanzarote, y Mª José Tabar, redactora y encargada de la sección de cultura, medio ambiente y divulgación de Diariodelanzarote.com. 

La primera pregunta realizada por Usoa Ibarra a Carlos y Juana les hizo revivir anécdotas infantiles en Caleta de Famara como la de ir a la playa a pescar demostrando ya entonces, el pequeño César, su capacidad creativa: dibujaba en la arena o se ensimismaba pintando con carboncillo mientras su madre le repetía una y otra vez que bajara a almorzar. Ambos aseguraron que César era 0 en matemáticas, sin embargo, por decisión paterna, se le aconsejó cursar estudios de aparejador en la Universidad de La Laguna en Tenerife. Tras dos años abandonó la carrera y se dedicó por completo al Arte. Realizó una exposición en el Cabildo Insular, en vida del General García Escámez, siendo becado en la Academia de Bellas Artes de Madrid.


Mª José Tabar, Juana Manrique y José Juan Ramírez
Tomó la palabra la periodista Mª José Tabar incidiendo en la vocación de Manrique y cómo se había vivido en el hogar la manifestación pictórica en vez de la recomendada carrera. Carlos y Juana coincidieron en que este hecho no extrañó a la familia. De la etapa adolescente, considerada compleja para padres e hijos, Juana aseveró que lo pasaban bien y sin preocupaciones, disfrutando de su libertad.
Juan Marrero Portugués relató su primer contacto con la realidad de la sociedad lanzaroteña. En 1952 empezó a recoger información, supo de su miseria y también de la importancia de su gente. Estudiaba el último curso de arquitecto químico en Las Palmas y su profesor Jesús Águeda, de la asignatura “Análisis Químico”, llamó a su madre para intentar convencerla de que su hijo no se trasladara a Lanzarote. Una de las piezas clave fue la construcción del Parador de Turismo. Marrero llegó a finales del 52 y vio los murales de César con el viento, el mar, la Geria, es decir, el esquema de lo que iba a ser su vida.
Mª José Tabar se interesó por saber cómo habían sido las primeras exposiciones del artista en la isla conejera y si la población se sorprendía. Juan Marrero recordó las imágenes de las mujeres desnudas en los murales del Parador de Turismo y la consiguiente censura por parte de la iglesia que influyó en que el artista “las vistiera” finalmente. Otro tema que surgió fue el de la guerra civil. César evitaba su referencia -puntualizó José Juan Ramírez-. En 1938 se incorporó de voluntario al Servicio Militar en Ceuta junto a Pepín Ramírez y Juan Prats asegurándose un destino en Servicios Sociales y  no el Frente. Después Cataluña y Madrid participando en el desfile de la Victoria. De su paso por Artillería, César dejó algunos cañones pintados. Juana apuntó que a su regreso al hogar, su hermano se quitó la ropa de soldado y la pateó.
“César Manrique vivía su vida, dedicada al Arte. Era un hombre serio, caballero, ejemplar. Un atleta – afirmó Juan Marrero Portugués.
La periodista y redactora de Diario de Lanzarote.com planteó si las fiestas,  carnavales, cumpleaños propiciaban agradables reuniones de disfrute. Marrero señaló que incluso fue el patrocinador de los Buches. Mª José Tabar hizo hincapié en la época madrileña del artista, viajes a La Habana, Nueva York y la transmisión de sus impresiones en la familia.
José Juan Ramírez, con ojos de niño, explicó la etapa en la que César acudió a Madrid becado (1945), las dificultades que atravesó y, a pesar de esta precaria situación, su inagotable ilusión, ímpetu y enamoramiento de la pintura lo mantuvieron firme en su propósito de ver cumplido su sueño al que contribuyó, sin duda, la amistad con la familia Millares. Un inesperado golpe, el fallecimiento de su mujer, Pepi Gómez, quien lo cuidaba y mimaba como una madre, sume al artista en una honda tristeza.  En 1963 se muda a Nueva York y expone sus trabajos.

Juan Marrero, Carlos Manrique y Usoa Ibarra
Usoa Ibarra, al hilo de “César viajero” cuestionó en la mesa redonda si pensaban que el artista iba a llegar tan lejos y si en la década de los 60 les llamaba por teléfono. Juana, sonriendo, negó esta comunicación. Se comentaba que César tenía ganas de volver a isla - añadió Mª José Tabar - a la naturaleza. ¿Lo habían notado en su círculo? - inquirió la periodista. El presidente de la FCM aclaró que el artista traía películas, revistas y se daba cuenta de las posibilidades que encerraba Lanzarote. Regresó definitivamente en 1968.
La preocupación de César por conseguir que “el turista se llevara una buen imagen de Lanzarote” fue la siguiente idea que Usoa Ibarra refirió. En esa época venían pocos turistas – matizó Juan Marrero Portugués. Es el momento en el que Pepín incita a César Manrique con el objetivo de que se convierta en su asesor artístico y él, a su vez, en su sombra permanente, dotado de una honestidad extraordinaria.

A modo de conclusión, Usoa Ibarra, preguntó pros y contras sobre César Manrique. José Juan Ramírez destacó que era un ser tremendamente sincero y muy valiente. Con el paso de los años valoraba aún más su actitud ante la vida. Su presencia era motivo siempre de alegría y había aprendido mucho de él. Juana afirmó sentirse muy orgullosa de ser su hermana y del valor reconocido en el aspecto turístico. Carlos aseveró que Lanzarote le debía mucho y compartía el mismo sentimiento que su hermana. Juan Marrero Portugués recordó una fecha, 10 abril 1992, Teatro Pérez Galdós. Se homenajeaba al tenor Alfredo Kraus y allí se encontró con César Manrique por última vez. Le hizo una sorprendente pregunta: ¿Cómo te gustaría morir? Y el artista respondió:

“En medio de una erupción volcánica, desnudo y disfrazado de la naturaleza”

Desgraciadamente José Juan Ramírez le llamaría meses después para darle la noticia del fallecimiento del artista, el 25 de septiembre. Marrero confesó que nunca olvidaría las últimas imágenes vividas en Lanzarote como la presencia constante del pintor Ildefonso Aguilar, velando toda la noche a “su maestro de espíritu” y los sinceros sentimientos de dolor de los jóvenes en su entierro. Resuenan todavía con fuerza las palabras del sacerdote, don Miguel Lantigua:

“César ha muerto y probablemente Dios te habrá llamado y te habrá dicho  -Siéntate a mi diestra porque has mejorado lo que yo he hecho en la naturaleza-”.

La cuarta mesa redonda fue despedida amablemente por ambas periodistas quienes cerraron el baúl de los recuerdos agradeciendo la generosidad de los familiares y amigos asistentes. Fíjense en esta última observación:

“Entusiasmo, buen humor, sin utopía no se puede avanzar”
Sala José Saramago, La Plazuela (Arrecife)

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