A Anabel Segura

A Anabel Segura

                                                                (Creyendo que seguía secuestrada)

Corriendo ibas, feliz y…  despreocupada,
tu joven cuerpo cuidando para la acción,
son años de cabalgar en los espacios,
edad de vencer distancias y  horizontes.
¡De vivir, saltando con nervios en la sangre!

Tus elásticos pasos esperaba el mundo
y salvajemente, todos, los han detenido,
inocente, por la ruin demencia condenada,
poderosa ave, cercenando su vuelo.

Presuntos adivinos, nuevos brujos bien pagados,
televisivos videntes de altiva frase,
teóricos magos … ¡ Yo os convoco y reto!
Demostradme quiénes sois, descubriendo
ese lugar agónico en donde yace presa,
si, como espero, no sabéis, seguiré rezando,
convenciendo a Dios de que cese en su olvido,
o que santos y ángeles le rueguen el milagro,
debe acabar para ella este martirio,
esta vil prueba más de la maldad humana.

También a la grotesca y débil Democracia culpo
de que otra víctima indefensa seas, Anabel,
múltiples voces oigo a tus raptores increpando,
muchas, entre ellas, todo perdonan al final,
yo no, pese a ser poeta el que hoy triste te recuerda.
                                                               
El que desea, gime, en su delirio imparable
de tantos sombríos sueños, llegar a ti.
Y tras de vencer con ira torvos caminos,
alcanzar el punto siniestro, en que estás cautiva,
atacando a esas hienas ciegamente ….
para, después, ofrecer mi brazo a tu mejor sonrisa
¡Y a una libertad tan herida, regresarte!

 Luis Jiménez-Pajarero Sánchez (Barcelona, 28.11.1935/ Ávila, 29.03.2008)



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