"Ensayo sobre la ceguera"

El 9 de agosto de 1995 José Saramago escribió en “Cuadernos de Lanzarote I”:

“Terminé ayer el Ensayo sobre la ceguera, casi cuatro años después del surgimiento de la idea, suceso ocurrido el día 06 de septiembre de 1991, cuando, solo, almorzaba en el restaurante Varina de Madragoa, de mi amigo António Oliveira (apunté la fecha y la circunstancia en uno de mis cuadernos de tapa negra). Exactamente tres años y tres meses después, el 6 de diciembre de 1994, anotaba en el mismo cuaderno que, transcurrido todo ese tiempo, ni cincuenta páginas había conseguido escribir: había viajado, fui operado de una catarata, me mudé a Lanzarote … (pág.634)

Ed. Alfaguara
Es ahora, en agosto de 2017, cuando releo esta novela con el privilegio de mirar el mar que inspiró también al escritor portugués.
Y me sumerjo en la profundidad, no de su fondo oceánico sino del mundo ficticio creado por Saramago, asolado por una enfermedad hasta ese momento desconocida. Una inexplicable ceguera es el motivo del repentino caos en la vida de muchas personas. Nadie sabe qué lo produce. El primer síntoma es la percepción de una luz blanca que escapa a cualquier conocimiento médico. Ante la incertidumbre de esta epidemia, el gobierno toma una medida drástica: aislar a los afectados en cuarentena para evitar el masivo contagio. El lugar elegido es un antiguo manicomio abandonado.
Los personajes no tienen nombre ni se cita un país en concreto. El primer afectado es un conductor parado en espera del cambio del semáforo; nota la visión de una especie de mar de leche, precedente de la “ceguera blanca”. A partir de este momento comienza esta asombrosa pandemia que arrastra a todos los que han tenido contacto con el primer ciego desencadenando el miedo en la población.
Saramago muestra las complejas reacciones de los individuos ante este inesperado drama humano que va a desvelar el alma inocente o nociva de los personajes. La narración hace referencias de forma genérica (el médico) y particular  (la mujer de las gafas negras).
El autor describe la situación inicial de desconcierto originada por las personas que han coincidido con el primer ciego tanto en la calle como en la consulta de un oftalmólogo. Experimentarán el mismo mal transmitiéndolo en cadena, hecho que les llevará a la obligada reclusión en un edificio del que no podrán salir, vigilados constantemente por soldados, y a cumplir unas normas que un altavoz les recordara todas las noches.
Sorprendentemente la mujer del médico es la única que conserva la vista. Desde un principio, al subirse en la ambulancia para acompañarle, lo mantiene en secreto con el propósito de cuidarlo. Ella será los ojos de los que no ven. El primer día que llegan a las instalaciones intentan organizar la convivencia con las personas que se van sumando al grupo. Basándose en la orientación, asignan las camas en el ala más cercana, y buscan los servicios de primera necesidad como los baños.
El tiempo transcurre y vienen más afectados; el número se incrementa a 300 personas y la situación se transforma en caos. Los verdaderos instintos afloran en un entorno donde solo es posible ser reconocido por la voz. Saramago ensalza las actitudes más humanas representadas por la solidaridad, la empatía y la bondad en la figura de la mujer del médico, al erigirse como guía benefactora de los ciegos, y la chica de las gafas negras que protege al niño estrábico o las más viles en seres que actúan de manera injusta, egoísta y cruel, como la del ladrón que roba el coche al primer ciego.
A medida que se producen más casos y son internados en el inhóspito manicomio, las condiciones de vida se agravan. Nunca fueron dignas (quedó manifiesta la falta de auxilio y muerte al ladrón con una infección en la pierna), “Crees que el tipo está muerto, preguntó el sargento. Tiene que estarlo, le solté una ráfaga de lleno en la cara, respondió el soldado, contento ahora con su obvia demostración de puntería” (pág. 104).
La mujer del médico nos desvela esta catástrofe, deseando a veces ser uno de ellos, para no ver el horror de la humillación en la que están inmersos. Hacinamiento, falta de higiene, olores nauseabundos, conflictos, atroces muertes, enterramientos… La esperanza de la curación de la ceguera blanca y su consiguiente liberación casi se extingue cuando al llegar el hombre del parche negro en el ojo, otro de los pacientes del oftalmólogo, les cuenta cuál es la realidad en el exterior: “hay tanto miedo ahí fuera que pronto van a matar a las personas cuando descubran que se han quedado ciegas” (pág.156)

Fernando Meirelles
“Ensayo sobre la ceguera” es una profunda reflexión sobre el ser humano y su comportamiento en situaciones límite. Una enfermedad física que parece incurable es capaz de envilecer y “cegar” el alma del individuo hasta convertir en un infierno la existencia. Así sucede con un grupo violento de la tercera sala, provisto de hierros y pistola, que empezará por impedir a los demás recoger las cajas de comida exigiendo una contraprestación de valor. Pronto se les hace insuficiente el pago de objetos personales o dinero que deriva en una terrible petición, pedir mujeres voluntarias para mantener relaciones sexuales. Siete son las primeras que sufren vejaciones. De nuevo el papel de la esposa del médico es crucial. El autor destaca su gran valentía que la llevará a dar muerte con unas tijeras al jefe de tan malvado clan, al ser requeridas otras mujeres con fines obvios de violación.  Este hecho dará fuerza para enfrentarse en conjunto al resto de degenerados y detener su poder.
Otro rasgo en el que incide siempre Saramago es la responsabilidad que siente la esposa del médico por servir de guía a los ciegos. Cuando se produce un incendio en el edificio se da cuenta que ya no hay vigilancia, son por tanto libres pero están desorientados, hambrientos y no saben regresar a sus hogares.

“Le dices a un ciego. Estás libre, le abres la puerta que lo separaba del mundo, Vete, estás libre, volvemos a decirle, y no se va, se queda allí parado en medio de la calle, él y los otros, están asustados, no saben a dónde ir, y es que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por definición un manicomio, y aventurarse, sin mano de guía ni traílla de perro, en el laberinto enloquecido de la ciudad, donde de nada va a servir la memoria, pues sólo será capaz de mostrar la imagen de los lugares y no los caminos para llegar. (pág.280)

Somos testigos de la generosidad de esta mujer, su fortaleza de espíritu y resistencia psíquica. Hasta el final velará por las 6 personas que siempre ha protegido. Las acogerá en su hogar, las aseará y, como siempre, buscará su sustento. Cuando ya las fuerzas le flaquean e incluso el perro de las lágrimas, adoptado por el grupo, casi no logra su consuelo, el primer ciego recupera felizmente la vista, a continuación la chica de las gafas oscuras, el médico... 

¿Cuál es la razón de quedarse ciegos? No hay un diagnóstico. Pero sí contamos con la última reflexión de la mujer del médico:

“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”. (pág. 420)

Esta novela forma parte de la lectura elegida por el departamento de Lengua y Literatura de algunos Institutos para el nivel de 1º Bachillerato. Durante la etapa que trabajé en la Casa Museo José Saramago en Tías organizamos encuentros con docentes y alumnos con el fin, tras la visita, de acercar al autor y su obra al ámbito educativo.
Mi faceta docente me ha motivado siempre a incidir en la importancia de leer no solo para cumplir con los programas establecidos sino conseguir que el alumno sea capaz de comprender la esencia. Hay obras como “Ensayo sobre la ceguera” que requieren una madurez para su comprensión, con un estilo además característico de Saramago: oraciones largas y exentas de algunos signos de puntuación como la interrogación en los diálogos.
¡Ojalá que hubiera tiempo en el aula para una lectura en voz alta! Así no pasarían desapercibidos al alumnado párrafos donde reconocemos el minucioso detalle expresivo de Saramago:  

“Salvo el polvo doméstico, que aprovecha la ausencia de las familias para ir cubriendo suavemente la superficie de los muebles, y digamos a propósito que es ésta la única ocasión que tiene para descansar, sin agitaciones ni zarandeos de paños o aspiradores, sin carreras de niños que desencadenan torbellinos atmosféricos a su paso, la casa estaba limpia, y el desorden era sólo el de esperar cuando uno tuvo que salir precipitadamente.” (pág.346)

Recomiendo la película "Blindness", adaptación de la novela "Ensayo sobre la ceguera" (2008), director Fernando Meirelles. Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes. 

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