Una conmemorativa tarde de otoño en la Biblioteca de Tías

El día de la Biblioteca en Tías, celebrado el 24 de octubre, contó con la fiel colaboración de niños y adultos que desde las 17 hasta las 20 h se acercaron a este espacio en el que en un respetuoso silencio se iban escuchando las lecturas elegidas.
Cuentos, versos, párrafos o relatos eran los verdaderos protagonistas de esta tarde en la que la realidad, el humor, la fantasía, la ironía y el ingenio se hermanaban formando una familia feliz cuyos miembros, nosotros, escuchábamos complacidos la alegre voz infantil, el lírico sentimiento, la honda narración o la sugerente invitación a un paciente libro que espera su turno.

Muchos títulos fueron nombrados y no todos retenidos pero destaco en la literatura juvenilEl diario de Greg” (Jeff Kinney) o “21 relatos sobre el acoso escolar” (entre sus autores los conocidos Jordi Sierra i Fabra, Espido Freire, Ana Alcolea o Rosa Regás). Ambos se refieren a preadolescentes que estudian en institutos y hablan de sus cotidianidades. Relaciones con amigos, la familia y en el instituto en un tono sencillo y sarcástico. Oportunas lecturas que suelen ser recomendadas por docentes que valoran su mensaje. Todos somos conscientes de la importancia de tratar temas como los complejos, la libertad, la justicia, la soledad, el miedo, la tolerancia, la violencia y tantos otros que están en ellos recogidos. Y qué mejor que ponerlos sobre la mesa de un aula  o como ayer ante un atento público como hicieron Néstor y Ángel.


Ángel
Tras diversas lecturas de adultos que seleccionaron algunas páginas de novelas de escritores como “Lo que se de los hombrecillos”, un relato fantástico de Juan José Millas,  o “La maleta de mi padre” de Orhan Pamuk, que comprende el emocionante discurso que leyera el Premio Nobel de Literatura 2006 en la recepción del mismo,Mercedes, bibliotecaria y organizadora del acto, leyó el contenido del entrañable cartel que se había diseñado para tal encuentro y que cito a continuación:

La Sirenita y la Pequeña Cerillera son personajes que a la mayoría de nosotros nos resultan familiares pero quizás muchos desconozcan que el padre de Hans Christian Andersen fue un artesano pobre que sólo se sentía feliz los domingos: era ése el único día en el que sacaba tiempo para leerle cuentos y hacerle teatros a su hijo. Y, seguramente, pocos sepan que el escritor fue enterrado con una carta misteriosa en el pecho.
La Pequeña Cerillera nos invita a  mirar hacia fuera, sobre todo a la gente desamparada; Laura Esquivel, sin embargo, en su novela “Como agua para chocolate no aconseja mirar dentro. Afirma que cada persona tiene en su interior una caja de cerillas y que cada uno tiene su propia manera de encenderlas: una compañía agradable, una buena cena, una caricia, una fantasía, un poema…Pero, advierte de que, si las cerillas no se encienden con frecuencia, la caja se humedece, es imposible volver a prenderlas y nutrir de energía el alma.
Julio Villar eligió precisamente una caja de cerillas para despedir a su diminuto amigo. En ¡Eh, Petrel! (relato de su vuelta al mundo en solitario) el marino cuenta que encontró al grillo en una noche de tormenta, y que éste le hacía mucha compañía; pero, finalmente otro temporal se lo llevó: el pobrecillo murió ahogado y el viajero lo introdujo en una cajita, la envolvió en papel de  plata y la poso en la estela de su velero.
Historias como éstas nos esperan en los libros de nuestras bibliotecas. Y, por alguna razón, los bibliotecarios me recuerdan a los beduinos: éstos, cuando se retiran a dormir dejan encendido un pequeño fuego en una duna a modo de faro en el mar de arena. Cuando algún peregrino o alguna persona extraviada se acerca, lo reciben como si fuera príncipe, preso y poeta: lo acogen con todos los honores, lo hacen preso de sus agasajos y, al final, se ve obligado a elegir las palabras precisas para expresar su agradecimiento. Es así, precisamente, como recuerdo a tantas bibliotecarias.
De forma que en las bibliotecas también nos sentimos príncipes, preso y poeta entre libros, revistas, periódicos, películas, canciones o propuestas digitales, entre ficciones y realidades que nos alertan y ayudan a mantener encendido nuestro espíritu crítico. Allí podemos elegir la forma de prender nuestras cerillas, si mirar hacia dentro o hacia fuera, y, quién sabe, puede que al final hasta nos aventuremos a investigar o a imaginar el contenido de la carta del escritor danés ....

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Epícteto

"La ingratitud es el precio al favor inmerecido"

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"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado"
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"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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