"El viaje del elefante" de José Saramago


He asistido a un encuentro literario en Tías que ha tenido como eje principal la última novela de José Saramago “El viaje del elefante”.
Las palabras tan significativas de su dedicatoria ya nos muestran el esfuerzo que para el escritor ha representado este libro “A Pilar, que no dejó que yo muriera”.
Y nos adentramos en la aventura de un largo viaje del protagonista de esta narración, un elefante llamado Salomón, un regalo del rey Juan III de Portugal a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria.
Había llegado de la India 2 años antes y, tras la novedad, el interés por el elefante era mínimo, relegado tan sólo a comer y a dormir.
La figura del cornaca, Subhro, es fundamental como guía y cuidador del elefante en su itinerario. Así se inicia una caravana formada por hombres, caballos, mulos y bueyes.
Destacan las reflexiones de Subhro sobre el viaje en sí y el destino del elefante. En la página 68 interpretamos que el cielo nos está enviando constantes señales y avisos (lluvia en agosto) y en la página 71 el énfasis en la ley de la vida marcada por el triunfo y el olvido. Se aprecia una vez más la compasión y el sentimiento tan humano que va unido a Saramago, como en el capítulo VI, en el que se relata la historia de una vaca perdida en los campos con su cría y cómo la defenderá ante los lobos más de 12 días hasta ser muerta por los hombres: el amor a la familia, el sacrificio personal, la abnegación, en definitiva, el don que Saramago considera inherente a una madre de gran valor.
A través del corazón del cornaca, un hombre bueno y sencillo, sentiremos su preocupación constante y el profundo respeto por el bienestar de Salomón con el mantiene una relación de complicidad absoluta.
Se hace referencia a la divina providencia y a la sabiduría popular que dice:
"Dios escribe derecho con renglones torcidos y son esos mismos los que prefiere"
Les acompañaremos en su camino desde su inicio en Lisboa a bellos lugares como Figueira de Castelo Rodrigo, Valladolid, Génova, Pádua, Trento, los Alpes, Bolzano...
La ironía de Saramago se percibe como en el hecho de presentar a Salomón como un regalo, una prebenda, que es realmente un capricho entre monarcas que choca con el amor acendrado de Subhro quien sabe realmente su origen, La India, y lo que supone para el elefante el viaje con inclemencias climáticas y al que le espera un frío destino. No es un elefante feliz a pesar de que realice una triunfal entrada en Innsbruck el día de Reyes de 1552 y Saramago lo convierta en un héroe fugazmente al levantar como si de un abrazo se tratara a la niña de 5 años que se lanza hacia él casi al final de la historia, combinación de hechos reales e inventados.
Alabo su canto a la AMISTAD. Gracias de nuevo MAESTRO.

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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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