"La dama azul" - Javier Sierra

Hace unos meses de regreso a casa sintonicé  en la radio del coche una entrevista a Javier Sierra, periodista y escritor, en la que hablaba sobre la novela “La dama azul” (1998). Con motivo de su décimo aniversario había realizado una edición revisada. En la tertulia se hablaba de términos como la bilocación y la cronovisión como ejes fundamentales de su argumento.
El nombre de sor Mª de Ágreda (1602-1665) y su fundamental papel en la evangelización de los indios jumanos de Nuevo México, Arizona y Texas  se repetía en un halo de casualidades y destinos guiados. Desde ese preciso instante mi atención se agudizó con el deseo de interpretar ese sorprendente don místico que se abría ante mí.
La voz de Javier Sierra, relatando cómo se había despertado su interés por la vida de esta monja de clausura del siglo XVII,  me acompañaba en mi trayecto. A plena luz del día las ondas emitían el misterio olvidado durante muchos años hasta que el escritor encontrara una publicación de un viejo semanario mexicano, afectada por la humedad y el paso del tiempo, en una caja. Intuyó que contenía una buena historia y se propuso investigar lo sucedido. Sierra no sabía el origen ni el Convento en el que esta religiosa investigada por la Inquisición había residido; sin embargo la Providencia siempre le indicó los pasos a seguir.
El 14 de abril de 1991, Javier Sierra y Txema Carrasco, librero de Bilbao, viajaban juntos por el norte y un error les hizo desviarse de su ruta. Preocupados por el frío reinante a consecuencia de la nevada caída la noche anterior en Pamplona llegan precisamente a Ágreda, su primera señal. Por tanto, no se trataba de un apellido sino de un lugar, el mismo del que procedía la religiosa, un pueblo castellano en la provincia de Soria. Y la singular visión de la estatua de una monja con la inscripción:

 “"A la venerable  Madre Ágreda, con santo orgullo. Sus paisanos"

Es la evidencia de que están donde debían estar, en las cercanías del Convento en el que reposaba el cuerpo incorrupto de la monja que viviera 47 años  en régimen de clausura. Con una amplia sonrisa de complicidad  sor María Margarita y sor Ana María les reciben y confirman que un etéreo guía les ha conducido sabiamente en su camino.
Así nace la semilla de esta novela que, como el manto azul de esta orden franciscana sobre el níveo hábito religioso, nos cubrirá de generosidad como la de la enigmática dama que quiso fervientemente salvar almas a 10.000 Km de distancia en época del reinado de Felipe IV. 

 Y como toda buena novela requiere investigación, Javier Sierra durante más de 7 años se dedicará a ella para desvelar el misterio que esta fascinante historia encierra en sus casi 400 páginas. 

El personaje del periodista Carlos Albert, en el que el escritor se identifica, analiza con detalle las apariciones de sor Ágreda. La primera fecha se remonta a 1621 en el Suroeste de EEUU. Al llegar los misioneros franciscanos en 1629 la leyenda de la dama azul ya está latente. Javier Sierra narra por medio del curioso periodista las experiencias que le marcarían para siempre. Con el personaje de Giussepe Baldi, inspirado en el sacerdote benedictino Pellegrino Ernetti (1925-1994) nos presenta sutilmente pruebas reales como artículos publicados en prensa ( diario italiano Domenica delle Corriere – 2/5/ 1972) sobre hechos tan sorprendentes como la existencia de una máquina que fotografía el pasado, llamada Cronovisor, en manos del Vaticano.
¿Cómo se producen los viajes sobrenaturales, experiencias astrales o teleportaciones?
El pasado y el presente se mezcla entre frecuencias musicales y personajes puente como el de la joven espía psíquica estadounidense, Jennifer Narody, o el de Fray Alonso de Benavides, autor del primer documento histórico “Memorial de Benavides” (publicado por la Imprenta Real de Madrid en 1630) en el que se hace referencia a la evangelización de la religiosa.

Investigación e historia. Audaz tecnología del siglo XX frente al Siglo de Oro. Libertad y Clausura. Claridad y Oscurantismo. Silencios y revelaciones. Olvido y…  final descubrimiento!!!!

Recuerden:

“La casualidad es, quizá, el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar”

¿He citado la Sierra de Cameros? No, creo que no.  Forma parte de la geografía de esta impresionante novela en su capítulo VIII pero también coincide con un... ¿hecho casual? relacionado con la astronomía que quizá sea la semilla de otra buena e interesante historia porque: 

“Nada ocurre por azar”


Os facilito el resumen que he realizado de esta novela en su apartado correspondiente.
Este post se lo dedico a mi abuela Caridad quien nació un 31 de marzo de 1910 (Aranjuez) y falleció un 08 de junio de 1990  (Barcelona). A ella le debo mi nombre, Syra, y mi primera colección de cuentos de Hans Christian Andersen.

3 comentarios:

  1. ¿Existen las casualidades? Gracias Syra, muchas gracias por todo. Un beso, Asun.

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  2. Casualidades.
    Acabo de llegar a casa después de estar una semana en Lanzarote. Coincidí contigo Syra, en la casa de Saramago, tú tomabas notas, nosotros hacíamos la visita. Y quería saber qué habías escrito y me he encontrado con esta entrada.
    Y para coincidencias, acabo de comenzar a leer La dama azul de Javier Sierra. Uno de mis escritores favoritos por las investigaciones que tiene detrás de cada libro.
    Igual que en la casa de Saramago estaba la colección de DVDs de mi serie favorita, casualidades, ¿recuerdas? No desvelaré cuál es por si esto lo lee algún futuro visitante y descubro la sorpresa, que para mí lo fue.
    Aunque no sé si es de Pilar o de él.
    Pilar también me impactó muy positivamente. Para nosotros fue una gran sorpresa y quedamos muy emocionados.
    Saludos desde Campo de Criptana

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  3. Acabo de leer la reseña y los comentarios posteriores a la misma, es emocionante comprobar que existen hilos invisibles que nos conectan.Elsa

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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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