El tiempo escondido, de Joaquín M. Barrero

 

El tiempo escondido” es la primera novela de Joaquín M. Barrero (2005) de la colección Libros con Huella. Este libro llegó a mí como un regalo de la mano de mi hija Marina, quien se adentró en enero en la librería “La Madriguera” de Arrecife y lo eligió con buen criterio. Ni su autor entonces ni el título podían anticiparme la afinidad que unía a mi familia con algunas de sus referencias históricas y en particular su contexto asturiano.

Libros con huella

La narración gira en torno a un detective, llamado Corazón Rodríguez, quien debe investigar al asesino de dos hombres, desaparecidos en la década de los cuarenta, cuyos restos se descubren en la iglesia de una aldea. El hijo de uno de ellos, José Vega, lo contrata convirtiéndose su vida desde ese momento en una búsqueda plagada de misterios.

El relato nos lleva precisamente al concejo de mis bisabuelos maternos, Cangas del Narcea, el lejano lugar en el que un 9 de enero de 1943 se produce el doble crimen. El autor de “El tiempo escondido” recrea con todo rigor aquella época de -dictadura profunda en cuyas altas esferas se larvaban fortunas y nada trascendía, ni se castigaba, mientras que el que robaba era apaleado y llevado a prisión- (pág.23). 

Y también a otras anteriores como el año 1925 que supuso que jóvenes como Manín y Pedrín, personajes humildes de la novela, fueran reclutados para la guerra del Rif en África (de la misma forma que se había hecho con sus padres para la de Cuba). Los afortunados, pertenecientes a familias ricas, pagaban una permuta evitando así la casi segura muerte en Marruecos. 

Destaco la minuciosa descripción de Joaquín M. Barrero en multitud de detalles tal es el asombro de los jóvenes asturianos a su llegada a Madrid al contemplar por primera vez la majestuosidad del Palacio Real y la catedral de la Almudena, el bullicio de la Ronda de Segovia y la puerta de Toledo pero también la pobreza del pueblo a la puerta de la Casa de Empeño. Su estilo es sumamente realista siendo muy fácil imaginar a la destartalada tropa de muchachos enviados al matadero a cambio de nada, separándoles según destinos y armas; algunos a Ceuta y la mayoría a Tetuán (capital del Protectorado español), divisando el macizo del Gorgues y añorando su hogar asturiano.

"El tiempo escondido" es asimismo un canto de amor cuya protagonista es Rosa Muniellos, de belleza y ojos enigmáticos, bondadoso e inocente carácter. Un engaño por parte de su marido en la herencia que le correspondía afectará al bienestar de la familia que sufrirá las consecuencias hasta que el destino propicie una situación más favorable. Ella es el aliento indiscutible, la erguida roca ante lo adverso, ejemplo siempre de dignidad y de honda amistad. 

Luis Jiménez-P. Miranda e hijo (1935)
       Leyendo esta novela he recordado mucho a mi abuelo paterno, Luis Jiménez-Pajarero Miranda (Alcalá de los Gazules, Cádiz-1895, Barcelona-1956) y a mi padre, contándome con amargura las escasas referencias en los libros de historia a un valiente militar que lo había dado todo por su patria.  

Al llegar al capítulo -23 de septiembre de 1925-, página 119, es cuando mi memoria recobra fragmentos de los mencionados, de esas incurables heridas del alma que llevaron a mi abuelo a una muerte prematura. Igual que Manín y Pedrín estuvo en el desembarco de Alhucemas. Era capitán de Infantería y comandaba la harka de Larache. 

En diciembre 2020 comprobé por azar en el móvil que el historiador Carlos González Rosado se había puesto en contacto conmigo a través de redes sociales. Me decía que estaba escribiendo sobre unidades indígenas, entre otras las harkas, y solicitaba una foto de mi abuelo.


Fue él quien me informó que la de mi abuelo, conocida como la harka de Pajarero, había tenido un comportamiento extraordinario en el desembarco de Alhucemas. Sus palabras me llenaron de orgullo cuando las recibí, agradeciéndoselas en nombre de mi padre, quien desde el Más Allá lo estaría corroborando (aparece en sus brazos en la imagen).

Su abuelo estuvo a la altura de los grandes militares de la época, mandando unidades parecidas a las de Varela (harka de Melilla), Muñoz Grandes (harka de Tetuán), Millán Astray, González-Tablas y Franco...) 

Una feliz coincidencia entrelazada con su bisnieta, Marina, a quien le debo la emoción de haberme sumergido en esta parte de la historia de España que representa para mí un fuerte vínculo familiar y cuya lectura he finalizado el 14 de febrero, Día del Amor en su sentido más amplio. Es curioso el nombre del detective, Corazón, y mi fortuito encuentro con él en estas páginas de "El tiempo escondido" que me permiten dedicarle a mis ancestros con todo mi cariño esta crónica literaria. 

Gracias Joaquín M. Barrero por acercarme también al conocimiento de escritores tan importantes como Andrés Fernández de Andrada (Sevilla 1575-México 1648), autor de “Epístola moral a Fabio”, ejemplo de sobriedad y equilibrio. En estos versos se aprecia la esencia en la fugacidad del tiempo:

Pasáronse las flores del verano,
el otoño pasó con sus racimos,
pasó el invierno con sus nieves cano;
las hojas que en las altas selvas vimos
cayeron, ¡y nosotros a porfía
en nuestro engaño inmóviles vivimos!

En Arrecife de Lanzarote, 14 de febrero 2021.

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