"Algo más inesperado que la muerte", de Elvira Lindo

Editorial Alfaguara
Durante mi habitual incursión a la Biblioteca del Centro Cívico de Arrecife, encontré la novela "Algo más inesperado que la muerte" cuando realmente iba buscando la última publicada por Elvira Lindo, "Alguien que cuide de mí". Me fijé en el año de su edición, 2002; consideré debía leerla antes. No me equivoqué. 

Se trata de una novela estructurada en 3 partes. En "Cosas que se piensan pero no se dicen", conocemos a Eulalia, la protagonista. Una mujer del mundo de la comunicación, casada con un célebre escritor octogenario, Samuel. Resalto las primeras reflexiones de la autora sobre ella, germen de su argumento.


Y es que Eulalia piensa que tiene el defecto de la lucidez, una lucidez que le sobreviene en los momentos en que está sola, la voz interior que le asalta de pronto analizando todo aquello que los demás le han dicho... ¿Forma leve de paranoia?

Su psiquiatra, el doctor Millán, lo suaviza con ese término. Asimismo incide en que -el egoísmo, la egolatría, la necesidad perpetua de ser adulado, de que el juicio que tienen los demás sobre nosotros sea positivo, esos defectos que definen a muchas personas y que nunca se toman por asuntos psiquiátricos, encubren muchas veces, en mayor o menor grado, ciertos niveles de paranoia-. 

El doctor Millán añade -en los individuos con una sensibilidad creativa: todo para ellos es rabiosamente personal, todo es autorreferencial, no hay nada en el mundo que no guarde una estrecha relación con ellos, hasta el punto de hacer conexiones absurdas de pensamiento para llevarlo siempre al terreno que quieren, al yo. Lo que ocurre es que la palabra da miedo, pero tener leves trastornos psiquiátricos es casi inherente al ser... (página 13-14). 

Elvira Lindo destapa la caja de Pandora de los secretos familiares el día en el que el matrimonio tiene una importante cena con 15 invitados. Son las 17h y la madre de Eulalia, Leonor, que vive con ellos en su elegante hogar del barrio Alfonso XII. avisa por teléfono a su hija. Ni su marido ni la chica de servicio están todavía en casa. Eulalia la tranquiliza; se supone que hasta las 19:30h no debe llegar. Sin embargo, en la página 51, constatamos que algo de razón tiene la madre. Eulalia, a punto de entrar en la peluquería, recibe la llamada de la chica de servicio, Tere, advirtiéndole que no podrá ayudarles en la cena. Además necesita que Eulalia se desplace a su piso, en el barrio de San Blas, para contarle algo urgente.

¿Qué habrá ocurrido? En el trayecto en taxi se suceden los recuerdos, tanto infantiles rememorando los vicios de su madre y la oportuna relación con el joyero Gaspar, hecho que cambiará de manera favorable su destino, como la que ella tuvo con un compañero de la radio, Jorge. 

Eulalia creció con la falsa madurez de los niños que desde muy pronto han cuidado de sí mismos, han estado muy solos, y han juzgado a sus padres a la edad en la que aún deberían estar admirándolos. Cuando era niña parecía adulta, y cuando fue adolescente, de tan consciente como era de las cosas, de tan responsable, a veces parecía demasiado inocente.


Elvira Lindo consigue en ese breve recorrido por Madrid contextualizar aquella época de cambios en la sociedad, en los que se hablaba de un posible cierre de la cadena de emisoras, coincidente con el Golpe de Estado del 23 de febrero 1981. La autora señala el horizonte que se le abre a Eulalia al leer en "Le Monde" la idea de un aspirante a escritor. Pretende redactar la biografía de cualquier persona que desee ver su vida publicada. El proyecto se pone en marcha y el primer biografiado es Gaspar con una historia que nos acerca a la cruenta guerra civil. Su valor no será solo testimonial, como creía Eulalia,  despertando el interés del célebre escritor. Samuel la publicará con el nombre de "El impostor".    

La segunda parte "Cuando te mira un búho vienen siete años de mala suerte" comienza en la página 225. En ella la autora narra la vida de Tere, los posibles abusos a los que se vio sometida por su abuelo, los líos en ámbitos laborales, su relación con un empleado de mudanzas y la esperanza de poseer un piso en las Rozas. También sale a la luz el engaño revelado por Tere. Eulalia, al subir a la vivienda, descubre que marido ha fallecido durante el acto sexual con la chica de servicio. Además se enterará del sorprendente talento literario de Tere, y de su embarazo. Eulalia le propone abortar a cambio de una entrega de dinero para su anhelado piso y así no perjudicarla públicamente.

En la tercera parte de "Algo más inesperado que la muerte", Elvira Lindo logra un final impactante. La asistencia a la inauguración de un centro cultural en las Rosas, firmando ejemplares de las novelas de su marido, y su encuentro con Tere en la entrega de un premio literario, confirman el trato falso y el planificado embaucamiento del que Eulalia ha sido objeto. 

Elvira Lindo nos recuerda en la página 314 que:

Hay personas que tienen la habilidad de determinar el futuro de los demás y el suyo propio y hay otras, como Eulalia, para las que ese futuro siempre está en la cuerda floja. 

Os recomiendo esta novela que enlaza el mundo del periodismo y literario. Confluyen registros desiguales. deseos, mentiras, dobles vidas que esconden la verdadera realidad de Eulalia y Samuel, quienes a ojos de los demás forman un matrimonio envidiable. 

Otras lecturas de Elvira Lindo en este blog que os sugiero son:

Elvira Lindo (imagen https://www.levante-emv.com/)
https://camino-syra.blogspot.com/2021/01/a-corazon-abierto-de-elvira-lindo.html

https://camino-syra.blogspot.com/2022/09/los-trapos-sucios-de-elvira-lindo.html

Sobre su trayectoria literaria: 
https://www.levante-emv.com/ocio/agenda/elvira-lindo-escritora-guionista-89906825.html


NOTA

Estos párrafos fueron escritos la mañana del 26 de diciembre 2023, en la terraza soleada y ventosa de la Biblioteca del Centro Cívico de Arrecife, en Lanzarote. Al entregar a Marga el libro, mis ojos escrutaron la estantería de la izquierda. Y allí me esperaba "No te veré morir", última novela de Antonio Muñoz Molina (marido de Elvira Lindo). ¡Qué grata coincidencia! 

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