La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez, de José Antonio Marina

José Antonio Marina, uno de los pensadores absolutamente imprescindibles de nuestro país, nos revela en “La inteligencia fracasada” (Editorial Anagrama) que siempre le ha interesado la estupidez y hay que considerarla una amenaza, en tanto que la inteligencia es nuestra salvación. 

-El empecinamiento de nuestra especie en tropezar no dos sino doscientas veces en la misma piedra da mucho que pensar-

¿Cuándo fracasa la inteligencia? El filósofo considera: 

Cuando es incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar los problemas afectivos o sociales o políticos; cuando se equivoca sistemáticamente, emprende metas disparatadas, o se empeña en usar medios ineficaces; cuando desaprovecha las ocasiones; cuando decide amargarse la vida; cuando se despeña por la crueldad o la violencia.

El gran objetivo de la inteligencia es lo que llamamos felicidad y por ello todos sus fracasos tienen que ver con la desdicha. El pedagogo desea con este libro ayudar a reducir la vulnerabilidad humana.

José Antonio Marina menciona la inteligencia malograda y ejemplifica en el caso de un alumno brillante al que todos sus compañeros y profesores les parecía torpes. Finalmente se convirtió en plena marejada de la adolescencia en un jefecillo de una banda de chicos rebotados de la escuela y acabó a la temprana edad de 20 años en la cárcel. ¿Era tan inteligente este alumno como decían sus tests de inteligencia?

Marina define la inteligencia como:

"La capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la información captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo"

Asimismo, aborda el estudio del fracaso cognitivo atendiendo al prejuicio (estar absolutamente seguro de una cosa que no se sabe); la superstición (la supervivencia de una creencia muerta); el dogmatismo (aparece cuando una previsión queda invalidada por la realidad, a pesar de lo cual no se reconoce el error, sino que se introducen las variaciones adecuadas para poder mantener la creencia previa); el fanatismo (una defensa de la verdad absoluta y una llamada a la acción).

En relación a los fracasos afectivos, Marina señala que las emociones son su principal causa: la pasión ciega, la furia y el amor. La multiplicidad de experiencias afectivas puede organizarse en 3 grupos: impulsos (deseos, necesidades, tendencias), sentimientos (satisfacción, calma, alegría, miedo, furia, decepción frustración) y apegos (hábitos, adicciones, condicionamientos, dependencia).

“El carácter del hombre es su destino”- decía Heráclito

El filósofo propone tres etapas en la emergencia de la personalidad:

1º.- Recibida: matriz personal, genéticamente condicionada. (Inteligencia básica + temperamento +sexo)

2º.- Aprendida: es el carácter (personalidad recibida +hábitos)

3º.-Elegida: es el modo como una persona concreta en una situación concreta se enfrenta o acepta su carácter y juega sus cartas. (carácter + planes +comportamiento)

También existen los lenguajes fracasados cuando llevan a la incomprensión. El 80% de las mujeres españolas se quejan de que sus parejas no hablan lo suficiente. El lenguaje es uno de los sistemas transversales que sirven para unificar los módulos de nuestra inteligencia. Sus funciones integradoras son múltiples. Nos pasamos la vida hablando con los demás, pero también hablándonos.

-El hombre es un diálogo íntimo- escribió Pascal. En nuestro interior nos transmitimos información y también nos damos órdenes y hacemos preguntas.

El fracaso de la voluntad se produce al no dirigir la inteligencia bien la motivación. Su origen puede ser la deficiencia del deseo (desgana, desánimo, cansancio); adicciones, impulsividad, compulsión, automatismo (tics); procastinación, indecisión, rutina, inconstancia y obcecación

El contenido de las metas -prosigue el pedagogo- conlleva o no al fracaso. He elegido mal mi meta (imposible, contradictoria, destructiva). No he sabido coordinar mis metas con las de otra persona concreta (matrimonio fracasado). No he sabido coordinar mis metas con las impuestas por la sociedad, a través de la moral y el derecho (individualismo insolidario).

El último capítulo "Sociedades inteligentes y sociedades estúpidas" es el que confiesa José Antonio Marina que le despierta una especial euforia. En él estudia la gran creación de la inteligencia, la que emerge de los grupos, asociaciones o sociedades. Cuando dos personas hablan, cada una aporta sus saberes, su capacidad, su brillantez, pero la conversación no es la suma de ambas. La interacción las aumenta o las deprime. El filósofo recuerda que todos hemos experimentado que ciertas relaciones nos producen mayor ánimo y se nos ocurren más cosas. Sin embargo, en otras ocasiones, salimos del trato con los humanos deprimidos e idiotizados, ya que la conversación ha ido resbalando a la mediocridad, el cotilleo y la rutina, empobreciéndonos a todos. 

Ortega y Gasset dijo una frase que ha tenido una fortuna demediada, porque sólo se ha hecho popular una mitad y la otra pasó desapercibida. "Yo soy yo y mi circunstancia" es la mitad exitosa. "Y si no salvo mi circunstancia, no me salvo yo", es la mitad más importante, pero olvidada.

La inteligencia social es una tupida red de interacciones entre sujetos inteligentes. Es una gran conversación coral. ¿Qué es una sociedad estúpida? Aquella en que la creencia vigente, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida, disminuyen las posibilidades de inteligencias privadas. José Antonio Marina transcribe las palabras de Annie Gottlieb sobre una sociedad adictiva que recurre a las drogas con el deseo de "sobrevolar" por encima de una vida llena de altibajos. Las drogas fueron como un helicóptero que nos depositara en el Himalaya para disfrutar de la vista, sin haber terminado de escalar. A quienes tomaban un atajo hasta el mundo de la magia, les ha costado mucho aprender a tener paciencia, perseverancia y disciplina, a tolerar el exilio en el mundo común y corriente.

La inteligencia culmina en la resolución de los problemas prácticos, en especial de los que se refieren a la felicidad personal y a la dignidad de la convivencia

El filósofo asevera que prefiere volver a los poetas griegos y al cántico de la areté por el que se alcanza la excelencia tal como hace un escultor llenando bellamente el espacio o el gran poeta el tiempo. Así admiramos la areté musical de Mozart, Beethoven o Schubert. Su talento inicial se fue ampliando, profundizando, perfeccionando, gracias a un trabajo minucioso y oculto. Adquirieron la virtud creadora, la potencia de inventar sonoridades nuevas con las notas de siempre. 

El pedagogo concluye que los humanos logran su areté básica en la sabiduría, que es la inteligencia aplicada a la creación de una vida buena. Confía en una inteligencia resuelta, inventiva, cuidadosa, poética, ingeniosa, intensa y estimulante. Y espera que alguna vez se pueda cantar su éxito con palabras altas y grandes como las que usa Pablo Neruda:

Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.
Me hiciste adversario del malvado y muro frenético.
Me has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
QUE ASÍ SEA.

Sobre el autor

José Antonio Marina

José Antonio Marina Torres es un filósofo, ensayista y pedagogo español. Nació en Toledo en 1939.
Escritor polifacético. Ha conseguido hacer compatible sus investigaciones sobre la inteligencia con su labor como profesor de Filosofía y sus estudios relacionados con la fenomenología, la psicología genética, la neurología y la lingüística. La publicación de su primer libro data de 1992 y su creciente fama le ha llevado a recibir numerosos galardones que le han convertido en uno de los pensadores españoles más notables de la actualidad. Entre ellos el Premio Anagrama y el Nacional de Ensayo.


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