Camino de Letras con Syra

En la boca del lobo

Es verano, época en la que se suele buscar la distracción y el descanso; sin embargo, la autora nos descubre preocupaciones existentes en el seno familiar. Guillermina ha sido alertada en el colegio de la habitual evasión mental de Julieta, hecho determinante de la pérdida del curso. La niña tiene sus motivos. Entre ellos, se siente responsable de las ilusiones frustradas de su madre. Un embarazo a la edad temprana de 16 años la convirtió en la razón de su infortunio. Por otra parte, quizá el carácter inestable de Guillermina tampoco le hubiera permitido llevar a término sus idílicos propósitos. 

La casa, recién heredada de la aldea, y las compras en Ademuz las mantiene ocupadas en el estío. Julieta realiza incursiones en el bosque donde conocerá a Emma y su refugio de piedra. Una mujer, según las vecinas, de pasado oscuro, con la que la niña de 11 años congenia y suele conversar. Así sabrá de su trabajo como profesora de Ciencias en el Instituto y de un fatídico hecho relacionado con el panadero Leonardo y Virtudes, su esposa. También de la restauración que llevó a cabo Emma en el inhóspito pajar con el propósito de vivir con otro profesor allí destinado, aunque él prefirió separarse y regresar a Cullera. 

Rincón de Ademuz

A lo largo de la novela entrevemos la verdadera personalidad de Julieta, una niña sensata, acostumbrada a cuidar de su madre, caracterizada por ser vanidosa, tendente al despilfarro y a controlar su ansiedad a base de porros. El verano avanza y Julieta es consciente de que no ha efectuado la tarea encomendada por su tutora, una redacción sobre cómo es ella y su vida. Solo tiene las primeras frases, como le confiesa a Emma. 

-No quiero irme de aquí. No puedo irme de aquí.- 

¿Será capaz Julieta de relatar el misterio de su silencio? La última noche en la casa de la Sabina, somos testigos de una situación que desencadena reproches de Guillermina a su hija. La acusa de no llevarse bien con sus parejas y de ser celosa por no querer compartirla, antes con Andrés y ahora con Rafael. La discusión inacabada propicia que Julieta escriba con urgencia una larga confesión e inste a su madre, mediante una nota, a leerla antes de partir.

En el segundo capítulo, -En la boca del lobo-, Elvira Lindo nos acerca a la nostalgia que se instala en la aldea tras el verano, preparándose a resistir el otoño y el invierno con las necesarias provisiones almacenadas mientras el abatimiento se apodera de los vecinos. Transcurren diez años y Julieta regresa a la Sabina con el objetivo de esparcir las cenizas de su madre que inspiran una sentida compasión. Comprobamos también que una Emma, caprichosa e impulsiva, logra finalmente integrarse en ese medio rural y encontrar la compañía que anhelaba.

-El mapache- es el tercer capítulo en el que Julieta reflexiona sobre el ciclo de la vida y la temida pandemia que acabó antes de lo previsto con vecinas como Milagros, presa de la soledad, el aburrimiento y la tristeza por no poder reunirse y consolarse con las amigas aun viviendo en pleno monte. Por otro lado, está muy presente Emma quien conserva la sonrisa inalterada de su juventud y a la que agradece las enseñanzas de la naturaleza transmitidas. En sus últimas páginas, Elvira Lindo nos desvela el misterio que ha paralizado a la tímida Julieta desde niña. 

Oropéndola (Imagen J. Varela)

Elvira Lindo (Imagen: El Heraldo)

En "Algunas notas para terminar", Elvira Lindo explica que en esta novela muestra su amor por la tierra de su madre, el Rincón de Ademuz. 

Y aunque los personajes y las historias son inventadas, todo procede de una inspiración real como los oficios de sus tíos, las costumbres populares y la riqueza natural. 

Concluyo con transcripciones de frases que me gustaría destacar de la lectura de "En la boca del lobo":

Pág. 21: sobre la herencia que Julieta recibe de su madre y abuela.

Hay personas que se apoderan del sufrimiento, del propio y del ajeno, que lo acaparan de tal manera que no dejan lugar a los demás para expresar una pequeña queja, así que sin pretenderlo nos acaban adiestrando en disfrutar de la vida, por poco que ésta nos ofrezca 

Pág. 116: relativo al sufrimiento encubierto

Las heridas más dolorosas nunca están a la vista. Es más, hacemos lo posible por ocultarlas 

OBSERVACIONES