Aura - Carlos Fuentes


Carlos Fuentes
Desde que murió el escritor Carlos Fuentes, el 15 de mayo 2012,  me acerqué con más profundidad a su extensa bibliografía.  Sin embargo había un relato que enseguida supe debía leer sin más dilación “Aura”. Realizando un artículo homenaje a su figura y obra para la página web de A CASA en el que recordaba  su estancia en Lanzarote en 1997 me fijé que precisamente  José Saramago le dedicaba en sus Cuadernos de Lanzarote II, con fecha 28 de agosto, unas palabras. Describía Aura como un libro fascinante
Mi amigo escritor Jorge F. Hernández, en una de sus columnas semanales de aguadeazar en el diario digital Milenio, se refería a Aura como una obra maestra y explicaba cómo Fuentes la había escrito en  diez días, hipnotizado en la mesa de un café en París, tras el sagrado instante en que vio pasar de una habitación a otra una bella mujer que –al cruzar por debajo de un foco—pareció envejecer cien años.

C/ Huertas,40. Barrio de las Letras
Pregunté en varias bibliotecas de la isla pero parecía haberse esfumado de las estanterías a pesar de seguir en la base de datos. En un viaje que hice a Madrid a primeros de diciembre me acerqué a la librería Iberoamericana, especializada en libros de América Latina y de España, situada en la calle Huertas, 40. Pasaban unos minutos de las 14 h y acababan de cerrar. Me fijé en el horario. Por la tarde abrían a las 17 h. Bien  - pensé -  me quedaré por la zona y haré tiempo. Así fue, tras comer en un restaurante vegetariano de la calle Amor de Dios que me atrajo por su tranquilidad y buena cocina regresé puntual a la librería. Su empleado, José Carlos Morales, consultó un listado y me aseguró que habían recibido unas cajas de México y posiblemente “Aura” estaría allí. Me preguntó el correo electrónico con la promesa de verificarlo. Al día siguiente recibí la buena noticia. El libro, de la edición mexicana publicado por Era, estaba localizado y lo podía ir a recoger el viernes 7 de diciembre. Con mucho gusto respondí aquella confirmación. Tras el día festivo de la Constitución llegué de nuevo a la calle Huertas, acompañada por Asunción Muñoz Moreno, la misma por la que mi madre 70 años antes se había perdido siendo una niña de apenas 2 años que vivía en la cercana calle de Jesús.
 
No estaba José Luis sino una compañera que amablemente me entregó el libro solicitado. Esperaba ver una antología, de la que Aura formaría parte,  pero me encontré con el relato individual. Miré su portada. Una mano que sobresale de una puerta a través del  hueco correspondiente a la aldaba. Estoy segura de que un misterio sobrecogedor envuelve sus párrafos.
La joven me regala un práctico marca páginas en cuyo reverso están anotados los signos de corrección. Curioso. Esa misma semana he estado en la calle General Ricardos con una amiga a la que le había pedido me interpretara las correcciones hechas a los poemas de mi padre en Lanzarote.


 En el vuelo de regreso a la isla inicio su lectura. La dedicatoria es:


A Carmen Balcells, sin lágrimas


En las primeras líneas se nos presenta a uno de los protagonistas: el joven historiador Felipe Montero. El anuncio de una oferta de trabajo le lleva a la calle de Donceles, en el centro de la ciudad. Una anciana señora, Consuelo, desea que ordene los papeles de su marido, el general Llorente, para que sean publicados antes de que ella fallezca. Se trata de sus memorias inconclusas que deben ser completadas. Han pasado 60 años de la muerte del general.
El tercer personaje fundamental es la sobrina de la señora Consuelo, Aura, una bella muchacha de hermosos ojos verdes similares a un paisaje. Felipe comienza a vivir en la misma casa adaptándose a sus horarios y silencios.

La habitación de la anciana es un lugar oscuro, de devoción, a modo de santuario. Las velas y los santos rodean su imagen decrépita y falta de vitalidad. Ambiente fúnebre. Felipe trabaja en las anotaciones del general Llorente y descubre que se enamoró de Consuelo cuando tan solo tenía ella 15 años. El joven historiador también siente una impulsiva atracción por Aura quien lo buscará en la soledad de su recámara.

Sin embargo Felipe es presa de una melancolía y fuerte convicción de haber experimentado una doble presencia. Se da cuenta de que cuando la anciana y la joven coinciden es como si la una imitara a la otra, como si de la voluntad de una dependiera la existencia de la otra. Decide preguntarle a Aura en qué consiste el engaño y el porqué de su sacrificio. Ella le propone verse de nuevo en la habitación de Consuelo al estar ese día la anciana ausente. Avanza en la oscuridad, escucha su respiración y la besa el rostro. No sabe que se trata de la señora Consuelo. Ella le promete que hará regresar a Aura de la misma forma qué él lo ha hecho con la figura del general Llorente. Se trata pues de una reencarnación.

Señalo algunas ideas sobre esta historia considerada una lúcida y alucinada exploración de lo sobrenatural:

  •  Se incide en la necesidad de volver a sentir la pasión de la juventud. 
  • Erotismo. Amor.
  • Se contraponen dos mundos:

     a) Gris, oscuro, sombrío, vejez, pérdida del tiempo: Consuelo 
     b) Hermoso, luz, imaginación, ilusión, juventud: Aura
  • Consuelo conserva su propia juventud por medio de Aura y el general Llorente, a través de Felipe, cuyos sueños van revelando el misterio. En todas las comidas se sirve un vino espeso, preparado con belladona (planta narcótica) que sumía al joven historiador en un estado sumiso y receptivo a los deseos de la anciana.
  • Simbolismo: conejo (fertilidad), gatos (con su sacrificio se consigue energía), color verde (juventud), vino (vida eterna) ...
  • Otros hechos: la figura del peón (personaje fugaz que lleva las pertenencias de Felipe a la casa de la anciana), no permitir que Felipe salga de ese entorno en el que no hay salida, actos de hechicería (vudú).

1 comentario:

  1. ¡Magnífico Syra! Me ha encantado. Qué bonito. Y qué cariño pones en todo lo que escribes. Un beso, Asun.

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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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