Arrecife. Antología de crónicas
jueves, agosto 31, 2017
Con
ocasión de mi participación en el Día del Libro en abril 2017, organizado por
la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote (EUTL), me sorprendieron con un inesperado regalo: el libro “Arrecife, Antología de
crónicas” de Leandro Perdomo, editado por la Fundación César Manrique. Una selección de 57 artículos, llevada a cabo
por Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM, correspondiente a publicaciones entre 1946-1989, complementada con imágenes del Centro Fotográfico y Cartográfico del Ejército del Aire, Aquiles Heitz, Francisco Rojas Fariña y Archivos de prensa.
En
la exhaustiva introducción que realiza Aguilera nos recuerda que el escritor
nació en Arrecife en 1921, precisamente el año más triste del reinado de Alfonso XIII, en
la antigua calle Porlier –hoy c/ Alférez Cabrera Tavío-. Vivirá en su ciudad
natal hasta su traslado a las Palmas para cumplir el Servicio Militar en 1942.
Las
crónicas tienen un nexo en común, la visión costumbrista del escritor siendo relato del
devenir de la isla y de sus gentes, con un trasfondo muy humano en el que no falta el humor y la pedagogía. En ellas late su natural percepción crítica
por las transformaciones acontecidas, la denuncia ante las carencias de la
capital y la nostalgia que siente por los barrios en los que
pasó su infancia y adolescencia. Su memoria nos lleva con frecuencia a las
anécdotas y momentos vividos en el Charco de San Ginés, en la Recova, la
Plazuela, el Puente de las Bolas, el Casino… El libro ofrece al lector un
apéndice de léxico de voces canarias utilizado por el autor.
Exposición "Escribir la vida" (FCM-2014) |
"Arrecife. Antología de crónicas" supone un testimonio valioso de más de 4 décadas en cuyos párrafos visualizamos la cotidianidad de Lanzarote y la expresión de hondos sentimientos del autor como la responsabilidad de atender a nuestros pobres o el lamento por la sociedad actual más preocupada por el dinero, la riqueza, los negocios, el fútbol o poseer un bonito coche que por la satisfacción de una buena tertulia.
“La abundancia acarrea siempre, o suele acarrear, la ruina espiritual y después el vicio” (pág. 126)
Perdomo retrata personajes fundamentales en su vida como don Isaac Viera, poeta
solitario, periodista, bohemio y trotamundos (pág.113); el artista Manolo
Millares: “Hoy
he sabido que cuando se muere un amigo y este amigo fue a más de artista un
hombre de verdad es cuando de verdad se siente la muerte. Hoy lo he sabido”
(pág. 145).
Con relación a su primo, don Leandro Fajardo Perdomo,
señala: “El fue mi maestro. Fue quien me inició siendo adolescente en las
serias lecturas” (pág. 235). De la personalidad de Guillermo Tophan resalta su
desmesurada vocación periodística, su labor de gesta con heroicidad manifiesta
(pág. 286). Sobre don Agustín de la Hoz asevera: “Pocos, o casi ninguno, para mí
ninguno, ha hecho como Agustín de la Hoz tanto por Lanzarote en el campo de las
letras y la investigación histórica, y tan desinteresadamente, tan
generosamente, sin tener en cuenta para nada la ganancia, el provecho, el
beneficio económico”. (pág.323)
El
sonido del mar también está en sus narraciones sea en el deambular diario para impregnarse de su salitre o en la visita al cementerio de Arrecife. “El
mar como símbolo en la tierra de la verdad suprema, lanzando incansable su
roncar sobre la costa, avisaba así a los cuerpos sin las almas del postrero
mandamiento: la igualdad” (pág. 116)
En sus crónicas Leandro
Perdomo rinde homenaje al alma de los viejos caserones desaparecidos entre las
altas moles de cemento y cristal de múltiples pisos. Deja constancia asimismo de su
interés por el tema marinero y de su sana curiosidad. No duda por ejemplo en acechar a su perro que iba y venía a su antojo hasta que descubre que saltaba a bordo de un barco que faenaba en la costa de
África.
El
autor habla de la alegría de los bailes gracias a la llegada de los músicos en
el Correíllo para tocar en las orquestas de San Ginés. “Una semana entera
bailando a cada hora, de día y de noche” (pág. 303) y de la honda tristeza ante inexplicables
casos de injusticia en Lanzarote como el
de la hermana de María Cruz, acusada, encarcelada y condenada por asesinato sin
haberlo cometido.
Me parece muy oportuno dar a conocer la existencia de estas crónicas que nos acercan a un pasado todavía muy reciente de Lanzarote. Ahora que estamos a punto de comenzar un nuevo curso académico sería buena idea leer estos escritos con los alumnos. Al ser su temática variada es posible compartirlo con diferentes edades porque su autor habla tanto de juegos como su vida en la calle además de reflexiones y un sincero deseo en la conservación del patrimonio.
Finalizo con las sabias sugerencias de Leandro Perdomo de que sea un poeta el que gobierne el mundo como única medida de salvación y de apoyar el desarrollo cultural y el progreso.
Otros enlaces de interés:
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Adiós al cineasta salmantino Basilio Martín Patino
domingo, agosto 13, 2017
El
año 2012 conocí al director, productor y guionista de cine Basilio Martin Patino (Salamanca,
1930) durante su estancia en Lanzarote. En ese momento yo trabajaba en el
departamento de Cultura de la Casa Museo José Saramago. El autor de “Nueve
cartas a Berta” (Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián 1966) participó
en el coloquio sobre “Saramago y el cine” que tuvo lugar en A Casa el 12 de
diciembre.
Basilio Martín Patino |
Me
acuerdo que leyó con mucha atención los comentarios de los visitantes en el
libro de firmas y confesó que echaba de menos a Saramago. Tanto que quiso
volver dos días después, en compañía de Pilar, su mujer, para escribir sus
sentimientos en la página 28 de este libro. En ellos manifestaba que se
alegraba de haber encontrado el rincón elegido por Saramago para vivir entre
libros, cuadros, poemas y espacios que lo añoraban. Destacaba asimismo el
silencio emotivo, ciego e irremediable que reinaba en su hogar. Afortunadamente quedaba su obra, la
cual seguirían ambos apreciando y leyendo.
Recuerdo el semblante feliz de Martin Patino, disfrutando de un café portugués en la terraza de la cocina del Premio Nobel así como el profundo respeto y cariño que el periodista Javier Tolentino demostró hacia su persona en todos los actos en los que coincidimos. Lo describía como un autor de cine valiente, crítico, imaginativo, rebelde y travieso; sin duda, el hombre que más le había influido a nivel cinematográfico.
(España, 2012) |
En Arrecife tuve
la oportunidad de estar con ellos en la proyección de su documental “Libre, te quiero”, basado
en el movimiento ciudadano 15-M que acampó en la Puerta del Sol desde mayo a octubre en 2011.
Amplia información sobre la trayectoria y Fundación de Basilio Martín Patino en la página:
Decía Basilio Martín Patino, medalla
de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas:
“He disfrutado del oficio de soñar y sujetar esos sueños en imágenes”
Descanse
en Paz.
Arrecife,
13 de agosto 2017
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"Ensayo sobre la ceguera"
miércoles, agosto 09, 2017
El
9 de agosto de 1995 José Saramago escribió en “Cuadernos de Lanzarote I”:
“Terminé
ayer el Ensayo sobre la ceguera, casi cuatro años después del surgimiento de la
idea, suceso ocurrido el día 06 de septiembre de 1991, cuando, solo, almorzaba
en el restaurante Varina de Madragoa, de mi amigo António Oliveira (apunté la
fecha y la circunstancia en uno de mis cuadernos de tapa negra). Exactamente
tres años y tres meses después, el 6 de diciembre de 1994, anotaba en el mismo
cuaderno que, transcurrido todo ese tiempo, ni cincuenta páginas había
conseguido escribir: había viajado, fui operado de una catarata, me mudé a
Lanzarote … (pág.634)
Ed. Alfaguara |
Es
ahora, en agosto de 2017, cuando releo esta novela con el privilegio de mirar el
mar que inspiró también al escritor portugués.
Y
me sumerjo en la profundidad, no de su fondo oceánico sino del mundo ficticio creado por
Saramago, asolado por una enfermedad hasta ese momento desconocida. Una inexplicable
ceguera es el motivo del repentino caos en la vida de muchas personas. Nadie
sabe qué lo produce. El primer síntoma es la percepción de una luz blanca que escapa
a cualquier conocimiento médico. Ante la incertidumbre de esta epidemia, el
gobierno toma una medida drástica: aislar a los afectados en cuarentena para
evitar el masivo contagio. El lugar elegido es un antiguo manicomio abandonado.
Los
personajes no tienen nombre ni se cita un país en concreto. El primer afectado
es un conductor parado en espera del cambio del semáforo; nota la
visión de una especie de mar de leche, precedente de la “ceguera blanca”. A
partir de este momento comienza esta asombrosa pandemia que arrastra a todos
los que han tenido contacto con el primer ciego desencadenando el miedo en la
población.
Saramago
muestra las complejas reacciones de los individuos ante este inesperado drama
humano que va a desvelar el alma inocente o nociva de los personajes. La
narración hace referencias de forma genérica (el médico) y particular (la mujer de las
gafas negras).
El
autor describe la situación inicial de desconcierto originada por las personas
que han coincidido con el primer ciego tanto en la calle como en la consulta de
un oftalmólogo. Experimentarán el mismo mal transmitiéndolo en cadena, hecho que
les llevará a la obligada reclusión en un edificio del que no podrán salir,
vigilados constantemente por soldados, y a cumplir unas normas que un altavoz
les recordara todas las noches.
Sorprendentemente
la mujer del médico es la única que conserva la vista. Desde un principio, al
subirse en la ambulancia para acompañarle, lo mantiene en secreto con el propósito
de cuidarlo. Ella será los ojos de los que no ven. El primer día que llegan a
las instalaciones intentan organizar la convivencia con las personas que se van
sumando al grupo. Basándose en la orientación, asignan las camas en el ala más
cercana, y buscan los servicios de primera necesidad como los baños.
El
tiempo transcurre y vienen más afectados; el número se incrementa a 300
personas y la situación se transforma en caos. Los verdaderos instintos afloran
en un entorno donde solo es posible ser reconocido por la voz. Saramago ensalza
las actitudes más humanas representadas por la solidaridad, la empatía y la
bondad en la figura de la mujer del médico, al erigirse como guía benefactora de
los ciegos, y la chica de las gafas negras que protege al niño estrábico o las
más viles en seres que actúan de manera injusta, egoísta y cruel, como la del
ladrón que roba el coche al primer ciego.
A
medida que se producen más casos y son internados en el inhóspito manicomio,
las condiciones de vida se agravan. Nunca fueron dignas (quedó manifiesta la
falta de auxilio y muerte al ladrón con una infección en la pierna), “Crees que
el tipo está muerto, preguntó el sargento. Tiene que estarlo, le solté una
ráfaga de lleno en la cara, respondió el soldado, contento ahora con su obvia
demostración de puntería” (pág. 104).
La
mujer del médico nos desvela esta catástrofe, deseando a veces ser uno de
ellos, para no ver el horror de la humillación en la que están inmersos. Hacinamiento,
falta de higiene, olores nauseabundos, conflictos, atroces muertes,
enterramientos… La esperanza de la curación de la ceguera blanca y su consiguiente
liberación casi se extingue cuando al llegar el hombre del parche negro en el
ojo, otro de los pacientes del oftalmólogo, les cuenta cuál es la realidad en
el exterior: “hay tanto miedo ahí fuera que pronto van a matar a las personas
cuando descubran que se han quedado ciegas” (pág.156)
Fernando Meirelles |
“Ensayo sobre la ceguera”
es una profunda reflexión sobre el ser humano y su comportamiento en
situaciones límite. Una enfermedad física que parece incurable es capaz de
envilecer y “cegar” el alma del individuo hasta convertir en un infierno la
existencia. Así sucede con un grupo violento de la tercera sala, provisto de hierros
y pistola, que empezará por impedir a los demás recoger las cajas de comida
exigiendo una contraprestación de valor. Pronto se les hace insuficiente el pago
de objetos personales o dinero que deriva en una terrible petición, pedir
mujeres voluntarias para mantener relaciones sexuales. Siete son las primeras
que sufren vejaciones. De nuevo el papel de la esposa del médico es crucial. El
autor destaca su gran valentía que la
llevará a dar muerte con unas tijeras al jefe de tan malvado clan, al ser
requeridas otras mujeres con fines obvios de violación. Este hecho dará fuerza para enfrentarse en conjunto
al resto de degenerados y detener su poder.
Otro
rasgo en el que incide siempre Saramago es la responsabilidad que siente la esposa del médico por servir de guía
a los ciegos. Cuando se produce un incendio en el edificio se da cuenta que ya
no hay vigilancia, son por tanto libres pero están desorientados, hambrientos y
no saben regresar a sus hogares.
“Le
dices a un ciego. Estás libre, le abres la puerta que lo separaba del mundo,
Vete, estás libre, volvemos a decirle, y no se va, se queda allí parado en
medio de la calle, él y los otros, están asustados, no saben a dónde ir, y es
que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por
definición un manicomio, y aventurarse, sin mano de guía ni traílla de perro,
en el laberinto enloquecido de la ciudad, donde de nada va a servir la memoria,
pues sólo será capaz de mostrar la imagen de los lugares y no los caminos para
llegar. (pág.280)
Somos
testigos de la generosidad de esta mujer, su fortaleza de espíritu y
resistencia psíquica. Hasta el final velará por las 6 personas que siempre ha
protegido. Las acogerá en su hogar, las aseará y, como siempre, buscará su
sustento. Cuando ya las fuerzas le flaquean e incluso el perro de
las lágrimas, adoptado por el grupo, casi no logra su consuelo, el primer ciego
recupera felizmente la vista, a continuación la chica de las gafas oscuras, el médico...
¿Cuál
es la razón de quedarse ciegos? No hay un diagnóstico. Pero sí contamos con la última
reflexión de la mujer del médico:
“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven”. (pág. 420)
Esta
novela forma parte de la lectura elegida por el departamento de Lengua y
Literatura de algunos Institutos para el nivel de 1º Bachillerato. Durante la
etapa que trabajé en la Casa Museo José Saramago en Tías organizamos encuentros
con docentes y alumnos con el fin, tras la visita, de acercar al autor y su
obra al ámbito educativo.
Mi
faceta docente me ha motivado siempre a incidir en la importancia de leer no solo
para cumplir con los programas establecidos sino conseguir que el alumno sea
capaz de comprender la esencia. Hay obras como “Ensayo sobre la ceguera” que requieren
una madurez para su comprensión, con un estilo además característico de
Saramago: oraciones largas y exentas de algunos signos de puntuación como la
interrogación en los diálogos.
¡Ojalá
que hubiera tiempo en el aula para una lectura en voz alta! Así no pasarían
desapercibidos al alumnado párrafos donde reconocemos el minucioso detalle expresivo de
Saramago:
“Salvo
el polvo doméstico, que aprovecha la ausencia de las familias para ir cubriendo
suavemente la superficie de los muebles, y digamos a propósito que es ésta la única
ocasión que tiene para descansar, sin agitaciones ni zarandeos de paños o
aspiradores, sin carreras de niños que desencadenan torbellinos atmosféricos a
su paso, la casa estaba limpia, y el desorden era sólo el de esperar cuando uno
tuvo que salir precipitadamente.” (pág.346)
Recomiendo la película "Blindness", adaptación de la novela "Ensayo sobre la ceguera" (2008), director Fernando Meirelles. Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero)
"Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago)
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"Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto)
"La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano)
"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust)
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"
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