"La fortuna de Matilda Turpin", de Álvaro Pombo

Portada

La novela, ganadora del Premio Planeta 2006, gira en torno a la historia de una familia tras la pérdida de la madre. La protagonista de Álvaro Pombo es una mujer con gran fuerza, no solo el pilar del hogar sino también el símbolo del éxito representado en la inteligente Matilda Turpin.

Su prematura muerte ocasiona un duelo diferente en los miembros de la familia cuyas consecuencias alcanzan una magnitud imprevista. Así lo vemos en su hijo pequeño Fernando, quien al principio acude a la casa de campo donde su padre ha decidido retirarse "El Asubio", con una idea vengativa que tomará otro camino. A lo largo del relato somos conscientes de la energía y actividad que irradiaba Matilda siendo una luz en la vida de sus allegados y servicio.

Una mujer perteneciente a una familia inglesa adinerada con una educación excelente que se enamoró de un profesor de Filosofía, Juan Campos, con el que se casa y forja un proyecto feliz en común. Para ello cuenta con Emilia, una auxiliar administrativa a la que conoció en el banco en el que Matilda hizo sus prácticas, y su pareja, Antonio. La amistad entre ambas propició que aceptaran ayudar al matrimonio con sus 3 hijos y la casa, a cambio de un sueldo digno y estabilidad laboral.

Ha pasado más de un año y los recuerdos se suceden. Emilia no se recupera, languidece y enferma, mientras Antonio la cuida con ternura y consuela. Admiraba a Matilda, que tenía la claridad de las cosas reales, de las personas auténticas, de las amistades duraderas y profundas. Con ella había viajado y vivido muchas experiencias. A su vez, Antonio se convirtió en el tutor de los niños, el confidente de sus cuitas y el fiel secretario de Juan Campos.

Es precisamente la actitud del profesor de Filosofía la que sorprende en su entorno doméstico rodeado de objetos lujosos en contraposición a la habitual austeridad de Matilda. Un dolor indoloro que Juan Campos oculta en el aislamiento elegido de su refugio rural, detonante de haberse sentido agredido los últimos días de la enfermedad mortal de su mujer quien pronunció casi al final: 

Lo siento mucho, Juan. Y Juan dijo: No vale la pena que lo sientas, ya está hecho

El duelo de Emilia, a diferencia del de los demás, da la impresión de acrecentarse al pasar los meses, y es que lo revive todo con la misma intensidad que pasó. Emilia necesita una afirmación de la existencia de Matilda después de la muerte. 

La llegada en el Puente de los Difuntos al Asubio de los otros hijos (Jacobo y Andrea) con sus parejas (Angélica y José Luis) y nietos toma un giro inesperado. Finalmente, Juan Campos invita a su nuera Angélica a que se quede una temporada y ella acepta. A su suegro, la estancia de Angélica le reporta compañía y alegría, alguien con quien hablar que además es discreta, a pesar del delicado cariz que germina poco a poco. Se hacen inseparables, la devoción de Angélica por Juan crece día a día, sin intuir que el alma de su suegro está llena de mentira, como el mar ágil y fuerte bajo la vocación de la elocuencia.

Asimismo somos testigos del profundo cambio de Fernando, el hijo que más se parece a Matilda. Su deseo febril de vengarse del padre se inclina en favor de solucionar otros asuntos como la relación homosexual que mantiene desde hace tiempo con Emeterio y que rompe para que se case con su novia. Tras su marcha, los hechos se precipitan. Antonio y Emilia abandonan el servicio doméstico con un dramático accidente de coche. ¿Fortuito o suicidio? Y Juan Campos sigue hipnotizando a Angélica con el arte de la palabra, tanto en la redacción de sus memorias como en el futuro que ha urdido para ella en el Asubio. Secretaria, ayudante personal, querida y sirvienta. Y todo queda en casa.

Álvaro Pombo

Imagen en su casa (2020)

Nació en Santander en 1939. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid. Residió en Inglaterra desde 1966 hasta finales de 1977. 

Ha publicado las novelas: 

"El héroe de las mansardas del Mansard" (Premio Herralde de Novela 1983), "El hijo adoptivo", "El parecido", "Los delitos insignificantes", "El metro del platino iridiado" (Premio de la Crítica 1991), "Aparición del eterno femenino contada por S. M. el Rey", "Telepena de Celia Cecilia Villalobo", "Donde las mujeres" (Premio Nacional de Narrativa, Finalista Premio Europeo de Literatura Aristeion y Premio Ciudad de Barcelona), "La cuadratura del círculo" (Premio Fastenrath de la Real Academia Española), "El cielo raso" (Premio Novela Fundación José Manuel Lara 2001 a la mejor novela publicada en español), "Una ventana al norte" y "Contra natura" (Premio Salambó y Premio Ciudad de Barcelona).

Es autor también de "Relatos sobre la falta de sustancia" y "Cuentos reciclados"; y de los artículos recogidos en "Alrededores". Su creación poética ha sido reconocida con el Premio de Poesía "El Bardo" por su obra "Variaciones" (1977). Ha publicado "Protocolos" (1973-2003), una recopilación de sus cuatro libros de poesía.

En 2012 gana el Premio Nadal con "El temblor del héroe". Una novela sobre el engaño, la manipulación.

En 2024 gana el Premio Umbral por "Santander, 1936" y se le otorga el Premio Cervantes, destacando el jurado "su extraordinaria personalidad creadora, su lírica singular y su original narración".


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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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