"Claraboya en México y Los Ángeles"
martes, mayo 08, 2012
Hacemos extensible la invitación de la editorial Alfaguara a la presentación de “Claraboya”, la novela perdida y hallada en el tiempo de José Saramago (Azinhaga 1922 - Lanzarote 2010) en Ciudad de México.
Hoy martes 8 de mayo, Pilar del Río, Presidenta de la Fundación Saramago, y el escritor Jorge F. Hernández (México D.F.-1962) iniciarán este acto a las 19:30 h en la Librería del Fondo de Cultura Económica Rosario Castellanos.
Jorge F. Hernández es autor de cuentos, ensayos, antologías, novelas como “La emperatriz de Lavapiés” (finalista en el Primer Premio Internacional de Novela Alfaguara, 1997) reeditada por Ediciones Punto de Lectura de España, en formato de bolsillo. Desde el año 2000 escribe todos los jueves la columna Agua de azar en el diario digital Milenio.
Les sugiero consulten su interesante y polifacética trayectoria en el enlace: http://www.jorgefhernandez.com/
Comparto con ustedes la columna del pasado 3 de mayo dedicada precisamente a “Claraboya”.
CLARABOYA
Ventana abierta en los techos, entre los tejados de barro rojo cocidos por el Sol y por tanta vida que se transpira por debajo de sus inclinados atardeceres, donde amanece justo en la mirada de quienes han dormido creyéndose ocultos a los ojos del mundo. Claraboya que creías era el nombre de las ventanas de los barcos, ojo de buey con los tornillos enmarcando como pestañas o lagañas el paso de las olas… en realidad, es el paso de las horas lo que ven las claraboyas desde los techos de Lisboa, ciudad que es sueño donde cada vez que se guarda el Sol al filo de la orilla más lejana del río Tejo toda la ciudad parece un enrevesado paisaje de morados, donde las lágrimas de todas las generaciones de los hombres solos han conformado el salitre que baña las fachadas que fueron blancas y los azulejos donde se narran escenas de un idilio anónimo que es uno y el mismo.
No es ningún secreto recordar que Lisboa es el puerto donde han encallado las mejores historias de los enamorados convencidos de que no hay tiempo alguno y las sonrisas intemporales de los niños que hablan con los pingüinos como si acabasen de izar la bandera de un barco pirata sobre el laberinto de las aceras, donde se revelan todas las almas, todas las verdades de todas las almas que son como diminutas piedras que forman el mosaico perfecto de una ciudad que se lee con el alma.
A los treinta y un años de edad, tres décadas y una noche entera, un joven novelista entregó a una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme un mecanuscrito pulcro y amarrado con hilo amarillo que llevaba por título portugués Clarabóia, romance firmado por Honorato y dedicado À memória de Jerónimo Hilário, meu Avô. Como suele suceder en los páramos de la insensatez y el desprecio, la novela quizá ni fue leída; se guardó en un estante que luego pasó a convertirse en anaquel y dio paso a un baúl empolvado… mientras el autor esperaba inútilmente, viendo pasar la vida como una claraboya en el tejado de su propio desasosiego. Pasarían veinte años para que el joven autor se animase a volver a entregar a una imprenta algo escrito por su puño, aunaue las letras –ya en verso o en la necia propensión a la prosa—le seguían llegando como llovizna de todos los días, pero Claraboya –esa primera novela donde había dejado navegar su íntima primera ilusión de autor—seguía en el silencio imperdonable del olvido, en una casa editorial que tendría otras preocupaciones y estrategias de mercadotecnia y números… siempre números.
Honorato se llamaba en realidad José Saramago y dedicó su primera y casi olvidada novela a Jerónimo Hilário, el abuelo que ya había sido mencionado en la primera línea del discurso con el que Saramago recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998: "El hombre más sabio que he conocido en mi vida no sabía ni leer ni escribir…" y hoy se cierra el círculo con la publicación bajo el sello de Alfaguara de Claraboya, primera novela del joven José Saramago a quien doy la bienvenida en este párrafo, augurándole premios y reconocimientos diversos, pero sobre todo miles de lectores que han de rizar el rizo de lo que sustenta en realidad a su deslumbrante ópera prima: se le ocurrió escribir una novela donde la mirada del novelista es nada menos que la ventana que permite al lector seguir las vidas de un puñado de personajes entrañables que hilan con su cotidiana existencia la trama del mundo. Se nos olvida que los nervios de un zapatero, las prisas de una costurera, los amores de una ama de casa, los horarios de un burócrata, el sueño profundo de las abuelas y todas las enormes minucias que se viven de piso en piso, de departamento en departamento conforman la Babel que vemos desde la claraboya y el espejo que tenemos todos en el techo de nuestras cabezas. A los treinta años, Saramago ya avisaba de su apasionada literatura que intentaba gritar en contra de las dictaduras, que se mecía como música de Beethoven y que intentaba responder a una de las muchas preguntas que formulara Fernando Pessoa: "¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?" o agregar lo que hoy celebramos: ¿Será posible librarse del silencio de los editores, romper toda rutina, escribir todas las noches, romper de nuevo las amarras, encontrar que alguien nos lea… y volverse inmortal?
No es ningún secreto recordar que Lisboa es el puerto donde han encallado las mejores historias de los enamorados convencidos de que no hay tiempo alguno y las sonrisas intemporales de los niños que hablan con los pingüinos como si acabasen de izar la bandera de un barco pirata sobre el laberinto de las aceras, donde se revelan todas las almas, todas las verdades de todas las almas que son como diminutas piedras que forman el mosaico perfecto de una ciudad que se lee con el alma.
A los treinta y un años de edad, tres décadas y una noche entera, un joven novelista entregó a una editorial de cuyo nombre no quiero acordarme un mecanuscrito pulcro y amarrado con hilo amarillo que llevaba por título portugués Clarabóia, romance firmado por Honorato y dedicado À memória de Jerónimo Hilário, meu Avô. Como suele suceder en los páramos de la insensatez y el desprecio, la novela quizá ni fue leída; se guardó en un estante que luego pasó a convertirse en anaquel y dio paso a un baúl empolvado… mientras el autor esperaba inútilmente, viendo pasar la vida como una claraboya en el tejado de su propio desasosiego. Pasarían veinte años para que el joven autor se animase a volver a entregar a una imprenta algo escrito por su puño, aunaue las letras –ya en verso o en la necia propensión a la prosa—le seguían llegando como llovizna de todos los días, pero Claraboya –esa primera novela donde había dejado navegar su íntima primera ilusión de autor—seguía en el silencio imperdonable del olvido, en una casa editorial que tendría otras preocupaciones y estrategias de mercadotecnia y números… siempre números.
Honorato se llamaba en realidad José Saramago y dedicó su primera y casi olvidada novela a Jerónimo Hilário, el abuelo que ya había sido mencionado en la primera línea del discurso con el que Saramago recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998: "El hombre más sabio que he conocido en mi vida no sabía ni leer ni escribir…" y hoy se cierra el círculo con la publicación bajo el sello de Alfaguara de Claraboya, primera novela del joven José Saramago a quien doy la bienvenida en este párrafo, augurándole premios y reconocimientos diversos, pero sobre todo miles de lectores que han de rizar el rizo de lo que sustenta en realidad a su deslumbrante ópera prima: se le ocurrió escribir una novela donde la mirada del novelista es nada menos que la ventana que permite al lector seguir las vidas de un puñado de personajes entrañables que hilan con su cotidiana existencia la trama del mundo. Se nos olvida que los nervios de un zapatero, las prisas de una costurera, los amores de una ama de casa, los horarios de un burócrata, el sueño profundo de las abuelas y todas las enormes minucias que se viven de piso en piso, de departamento en departamento conforman la Babel que vemos desde la claraboya y el espejo que tenemos todos en el techo de nuestras cabezas. A los treinta años, Saramago ya avisaba de su apasionada literatura que intentaba gritar en contra de las dictaduras, que se mecía como música de Beethoven y que intentaba responder a una de las muchas preguntas que formulara Fernando Pessoa: "¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?" o agregar lo que hoy celebramos: ¿Será posible librarse del silencio de los editores, romper toda rutina, escribir todas las noches, romper de nuevo las amarras, encontrar que alguien nos lea… y volverse inmortal?
Jorge F. Hernández, 3 mayo 2012
El 23 de abril, Día Internacional del Libro, se le dedicó un espacio en este blog a Jorge, coincidiendo con su onomástica, en el que pueden ver información de sus novelas y leer su columna con el título "Como Favila, el nombrado"
http://camino-syra.blogspot.com.es/2012/04/jorge-f-hernandez-dia-internacional-del.html
La siguiente presentación de Claraboya será el 13 de mayo a las 14:00 h en los Ángeles. Pilar del Rio estará acompañada de Marisol Schulz en el salón Miguel de Cervantes en la Feria del Libro en español.
Disponen de más información en la página Web de la Fundación Saramago:
http://josesaramago.org/277002.html
La siguiente presentación de Claraboya será el 13 de mayo a las 14:00 h en los Ángeles. Pilar del Rio estará acompañada de Marisol Schulz en el salón Miguel de Cervantes en la Feria del Libro en español.
Disponen de más información en la página Web de la Fundación Saramago:
http://josesaramago.org/277002.html
Labels:Literatura
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(Atom)
Buscar en este blog
Vistas de página en total
Seguidores de Facebook
Temas
- Arte (44)
- Cine (8)
- Creatividad (7)
- Deporte (1)
- Diario de Syra (1)
- Educación (86)
- Entrevistas (5)
- Filosofía (6)
- Fotografía (9)
- Gastronomía (17)
- Historia y Ciencia (5)
- Intervenciones en Radio (10)
- José Saramago (46)
- Literatura (208)
- Literatura juvenil (14)
- Medio Ambiente (9)
- Moda (1)
- Música (23)
- Narrativa - Relatos Syra (26)
- Opinión (1)
- Poesía (72)
- Resúmenes novelas (4)
- Sociedad (43)
- Turismo (131)
Citas
"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero)
"Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago)
"Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset)
"Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto)
"La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano)
"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust)
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"
Comentarios
Archivo del blog
-
►
2024
(29)
- ► septiembre (2)
-
►
2023
(30)
- ► septiembre (3)
-
►
2022
(39)
- ► septiembre (4)
-
►
2021
(24)
- ► septiembre (3)
-
►
2020
(29)
- ► septiembre (1)
-
►
2019
(25)
- ► septiembre (1)
-
►
2018
(25)
- ► septiembre (2)
-
►
2017
(18)
- ► septiembre (1)
-
►
2016
(21)
- ► septiembre (1)
-
►
2015
(37)
- ► septiembre (2)
-
►
2014
(52)
- ► septiembre (2)
-
►
2013
(81)
- ► septiembre (6)
-
▼
2012
(135)
- ► septiembre (8)
-
▼
mayo
(16)
- Stipo Pranyko - La fascinación por la simplicidad
- Exposición Aula de Pintura en la Casa Ajei de San ...
- Pancho Lasso y Aquiles Heitz por Alberto Lasso
- "Las horas distantes" de Kate Morton
- “César Manrique en Lanzarote. Artista moderno y ag...
- Teresa Iturriaga Osa y Mario Vargas Llosa en Las C...
- XVII Feria del Libro de Arrecife - 2012
- "He dicho" - Manuel González Barrera
- Mar azul - Manuel González Barrera
- Ahora, el mar - Manuel González Barrera
- A toda luz -Manuel González Barrera
- Museo LagOmar en Nazaret
- "Claraboya en México y Los Ángeles"
- Sobrelamarcha en La Masía de Costa Teguise
- Concierto del Dúo Cassadó en la Cueva de los Verdes
- "Las cosas de Amelia" en Radio Tías: 105. 9 FM
-
►
2011
(95)
- ► septiembre (5)
-
►
2010
(48)
- ► septiembre (4)
-
►
2009
(18)
- ► septiembre (2)
De Interés
- Ayuntamiento de Haría
- Clara Sánchez
- Conversaciones literarias en Formentor
- Diario La voz de Lanzarote
- Fundación César Manrique
- Fundación José Manuel Caballero Bonald
- Fundación Saramago
- Memoria de Lanzarote
- Ministerio de Cultura
- Página Oficial Pintor Jiménez-Pajarero
- San Bartolome
- Tías
- Turismo en Fuerteventura
- Turismo Lanzarote
0 comments:
Publicar un comentario