“César Manrique en Lanzarote. Artista moderno y agitador social”
El pasado jueves, día 17 de mayo, la Sala José Saramago de Arrecife (La Plazuela) de la Fundación César Manrique, celebró la primera mesa redonda titulada César Manrique en Lanzarote. Artista moderno y agitador social dentro del programa que la FCM ha organizado con motivo del 20 aniversario de la inauguración de esta institución.
Los periodistas Soraya Morales y Gonzalo Mejías moderaron esta charla en la que participaron Ginés Díaz Pallarés, ecologista, cofundador y primer presidente del grupo ecologista “El Guincho”, Carlos Matallana, artista plástico, y Mario Alberto Perdomo, economista y periodista. Matallana recordó el impacto que causó en la sociedad conejera el regreso de su tío de Nueva York. Venía contento y eufórico, con un gato en una jaula, un collar de brillantes falsos y unas bermudas; sin embargo ellos vivían una realidad gris. Era un caso único de intensidad estética y emotiva. A sus 9 años se fijó en el mural de “Alegoría de Lanzarote” y quedó impactado.
César nos enseñó a ver y comprender la historia de la ecología – explicó Díaz Pallarés. Acompañaba a su padre, único traductor de inglés en Lanzarote, y así conoció al artista al que describió como una vena creativa, una batalla permanente y con un hondo espíritu de implicar a la gente. Energía pura.
Perdomo definió a César como una persona rabiosamente moderna que rompió con la sociedad criticona. En la planificación del Centro Cultural El Almacén, César quiso crear un espacio de libertad (teatro, cine, música, tertulias...) “Estuvo en todos cuando no estuvo antes de tiempo” - dijo Perdomo, quien ese momento cursaba estudios de economía y eligió ecología.
A la pregunta de Gonzalo Mejías sobre qué visión de César poseía la sociedad, Matallana respondió que, al ser muy conservadora, era considerado como un diablo, creando polémica y contradicciones. El Centro Cultural El Almacén fue la semilla, un revulsivo, un epicentro, lugar de representación de autores modernos (Lorca) y la primera sede de “El Guincho”, una asociación de la que César fue presidente honorífico.
Soraya Morales citó la soledad y la incomprensión que el artista sentía en el año 79, sin eco en el público de Arrecife. Él mismo se consideraba a años luz, con una férrea voluntad de materializar proyectos en Lanzarote. Perdomo señaló la virtud de César en difundir la cultura y sus valores, luchando por abrir la mente de los prejuicios, y Díaz Pallarés matizó que su objetivo era insular frente a las decisiones municipales. La inauguración del Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC) marcó un acontecimiento importante.
En 1986 César mantiene una opuesta relación con el poder político de la isla. Su Manifiesto “Lanzarote se está muriendo” es una prueba de su preocupación por el medio ambiente. Solo interesaba el César creador, el que embellecía los municipios y atraía al turismo pero no el que renunciaba a su faceta de artista por la actividad política para frenar la obtención de dinero fácil.
Perdomo comparó a Lanzarote con un lienzo total el que Manrique insistió en trabajar a pesar de la evidente avaricia, codicia, corrupción y estafa. Los cimientos de la Fundación César Manrique ilusionaban al artista que soñaba en convertirla en un proyecto consolidado. Matallana resaltó un rasgo de César: su ingenuidad. Pensaba que explicando las cosas los demás las entenderían. Asimismo recordaron la respuesta masiva de la población en la manifestación de Los Pocillos en 1988 y el discurso que el artista tenía preparado para el Día del Turismo.
Finalmente Díaz Pallarés hizo hincapié en el potencial mediático que era César:
“Si viviera estaría en Alemania montando una rueda de prensa en contra de las prospecciones petrolíferas”
Soraya Morales y Gonzalo Mejías agradecieron la asistencia e instaron a seguir el ejemplo siempre de César Manrique. Nos quedamos con este mensaje:
“Vigilia- ojos abiertos - fascinación por la vida”
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