Verano

Durante el curso académico 2014-15 la Biblioteca del IES Zonzamas convocó un certamen literario  de narración corta dirigido al profesorado. El relato ganador fue "Verano" (Sinéad)

El verano ya está aquí.
Me levantó a recibirlo al balcón con una sonrisa.  
Dos palomas se aparean en la barandilla de mi terraza mientras intento desayunar.
Al final, acabo marchándome y les cedo el terreno. Media hora después de haber consumado, ambas permanecen en la barandilla una junto a otra. Sólo les falta fumarse l cigarrillo de después. Las terrazas de la ciudad se llenan de amigos que charlan ajenos al ritmo que marcan sus días. El tiempo parece desvanecerse entre las calles soleadas, bajo un cielo completamente azul que preside la tarde sin una sola nube que desluzca su inmensidad.
Una brisa muy suave acaricia mi nuca y siento un escalofrío en el último trago a mi fría cerveza. Algunos solitarios nos observan con curiosidad al pasar por nuestro lado, abriendo mucho los ojos y sin dejar de caminar. Escucho una ráfaga de pájaros inquietos y agudos que vuelan sobre nuestras cabezas con inevitable superioridad.
Una señora diminuta, con los años amontonados en la espalda, se detiene y entorna los ojos para oler la tierra mojada de la plaza. A los pocos minutos, continúa su camino dando pasitos muy cortos. El tráfico se queja a lo lejos, y observo también a los niños coger impulso en los columpios, como si buscaran la velocidad para salirse de sí mismos y tocar las nubes con sus manos.
Cierro los párpados y me quedo en silencio. La tarde se cubre de sonrisas templadas y cervezas frías. Las ventanas se llenan de gatos que buscan los hilos del aire. Hoy nadie tiene prisa, y las horas reposan adormecidas sobre el asfalto.
Una pareja de adolescentes enamorados se devora frente a mí sin ningún pudor. Sus Coca-Colas permanecen intactas y sin tiempo para intrascendencias.
Las campanas de la iglesia se hacen hueco en el murmullo de la plaza. Suenan plomizas y resignadas, como si tocaran por inercia dando todo por perdido.
Un bebé me observa con sus enormes ojos desde los brazos de su padre. Siento que atraviesa mis pupilas con las suyas.
Las conversaciones atardecen y nos vamos despidiendo despacito. El día se difumina discretamente y yo camino hacia mi casa lentamente por las estrechas aceras dejando atrás el ronroneo de las terrazas. Oigo el rumor de las hojas en el parque, como si los árboles se atusaran la melena a mi paso.
Respiro profundamente y sólo puedo decir que el sentido de la vida no tiene ni forma ni rostro, pero a veces te mira a los ojos.

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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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