El Oro de Serendip, Teresa Iturriaga Osa
El 13 de enero de 2012 conocí a Teresa Iturriaga Osa en la presentación en Lanzarote de su poemario “Gata en tránsito”. El acto tuvo lugar en un aula de la antigua escuela de Playa Blanca, hoy en día Biblioteca Municipal. Antes de acudir al acto leí su biografía sintiéndome muy atraída por su trayectoria literaria, reflejo de traducciones y creaciones en las que aborda temas como la inmigración africana o relatos, basados en las vidas de mujeres en Casas de Acogida que han sufrido violencia de género, recopilados en “Desvelos”, libro reeditado digitalmente en 2018 por la editorial ATTK.
Teresa Iturriaga Osa (agosto 2021) |
El
hilo poético nos une, al igual posiblemente que el azar. Ese mismo que permitió
que tras la presentación de “Gata en tránsito” habláramos en la recién
inaugurada librería “Barco de papel”. Puse entonces el poemario en el mostrador y Javier
Caídas, ilusionante emprendedor, me preguntó ¿Te lo envuelvo para regalo? Sí,
por favor, es para el cumpleaños de mi amiga Elsa – le contesté. No podía
imaginar que 7 años después sería Teresa quien me daría la noticia del
inesperado fallecimiento de Javier en República Dominicana donde trabajaba para
una cadena hotelera. Como estaba estudiando no solía mirar las redes sociales; no
obstante al ver un mensaje de Teresa presté atención. Sabía que estaba en
Bilbao cuidando de su madre. Si se dirigía a mí en esas circunstancias, tenía
que ser importante. Indiscutiblemente lo era. Enmudecí con la triste noticia. Supe
que los amigos de Javier estaban organizando un homenaje en el mismo espacio
que Teresa presentara “Gata en tránsito”, antes de convertirse en Biblioteca
Municipal de Playa Blanca. Me acerqué para dar el pésame a sus familiares y amigos en nombre de las dos. Fue realmente emotivo.
Teresa
se refiere anteriormente al azar en el prólogo del libro de relatos de mujeres
de Canarias y Marruecos “Que suenen las
olas”. En él destaca la siguiente afirmación de la escritora Fátima Mernissi:
“Nos equivocamos cuando decimos que el azar no existe. Porque cuando te ofreces una hora para vagabundear sin fijarte una meta concreta, creas ya un territorio en el que el azar puede manifestarse”
Editorial Vocal de Lis |
No es mi
intención analizar su contenido pero sí señalaré algunos aspectos que lo
engloban y requieren una meditada pausa para observar la expresión elegida y
extraer de ella el sirope narrativo cautivador de Teresa. Su primer cuento “El
violín y el oboe” ya está ligado a mí para siempre, como su valiosa
amistad. En él reconozco a la propia escritora siendo violín pasional en la
literatura, con una escritura plena de matices que hilvanan historias de amor y
desamor. Ocurre claramente en su día a día, donde sus actos son guiados por una
energía desbordante cual alegre colibrí, al que nunca, nunca, nunca le robarán
su sonrisa. No hay duda de que para ser así como Teresa es necesario además
contar con la sabiduría de un oboe. La encontramos en el reflejo de sus cuentos. La autora añade en su contraportada:
“Todo es aprendizaje. Y, personalmente, ese tesoro del azar me ha hecho vivir experiencias inesperadas y hallar historias que he querido reunir en este libro titulado “El oro de Serendip”. Perderse por las calles de París, cruzar el Atlántico en ferry o viajar en un vagón de fumadores atravesando el sobresalto de Despeñaperros… cualquier lugar es perfecto para que el milagro se haga palabra en mi cuaderno”
Comparto la certera percepción creativa de la autora y la aseveración de cualquier lugar como
perfecto. Sin embargo, la razón de que se obre el verdadero milagro del
magnetismo entre el lector y su palabra, es su propio saber. Teresa
nos hace reflexionar sobre la necesidad de la libertad del individuo que
asimismo conlleva soledad, y por otra parte, la importancia de respetarla junto
a las posibles asonancias para lograr la construcción conjunta. Es la clave
para escuchar hasta el infinito la música en todas las direcciones. Si queréis
disfrutar de su melodía igual que yo, la encontraréis en este primer cuento “El
violín y el oboe” (2007).
El misterio es el que se manifiesta desde el principio en “Lavirotte al azar” con una referencia al Libro de los Muertos. ¿Es fortuito el encuentro de Mme Montessuy y Jules-Aimé Lavirotte en las escaleras de l´Odéon? ¿Se han conocido en otra vida anterior? ¡Quién lo sabe! Hay que respetar las coordinadas de lo inverosímil y, mientras las barcas de Isis pasan por el Sena, evidenciar que la llama del amor es eterna.
En su cuarto cuento, "El mandala de Malick", se genera un halo de sorpresa enfatizado por la cita de André Breton de su novela Nadja: "Ante el misterio. Hombre de piedra, compréndeme". Esta sensación es la que nos recorre tras su lectura donde se plantea una extraña relación sentimental basada en la ausencia. Es lo que conlleva ser un reportero fotográfico trotamundos como Julio. ¿Es viable mantener un vínculo afectivo latente a pesar de la distancia y la soledad intrínseca? Será Lara, escritora y amante de la antropología, simbología y budismo, entre otros intereses, quien lo dilucidará.
En "Namoe", el quinto cuento, Teresa nos traslada al desierto de África. Allí la cotidianeidad de asistir un parto natural es a veces tan común como el deseo lujurioso de acosar a una mujer, incluso estando embarazada. Desgraciadamente muchas violaciones salen impunes aunque en otras el azar demuestra que la memoria de un niño en el vientre de su madre puede jugar un papel esencial.
José M.ª Caballero Bonald |
La sensualidad alcanza su punto más álgido en Lisboa en "Tumulto de trazo y latido", séptimo cuento. Insinuante título donde confluyen dos corazones pasionales. El trazo corresponde indudablemente al de un pintor. Pero quién es la mujer que desde el primer instante decide soñar despierta y jamás ser utilizada de nuevo como un kleenex? Hallar el flash mágico de su mirada implica detener el tiempo y buscar la delicadeza del adorno, del aroma y del rito que preparan el paladar a sensaciones que la mayoría de los mortales desconocen. Teresa nos envuelve en un juego de voz tenue, serena y aterciopelada donde la apariencia puede esconder verdaderos sentimientos, cual Judas, o ser la de una yegua de raza que prefiera cabalgar sola hasta encontrar el trabalenguas seductor de Rayuela. "Apenas tú me amalabas el noema, a mí se me agolpaba el clémiso...". Es lógico que la interpretación del significado de este lenguaje creado por Cortázar conlleve una invitación sutil de su búsqueda, sin embargo, la de la autora es muy clara en la siguiente:
"Aprender a amar es dormir en la piel, quedarse a vivir en ella, lamiendo las heridas de sus valles profundos, desde el pliegue de las manos hasta las simas reservadas a los héroes"
En el último cuento de Teresa, "Sin el dedo de Dios", experimenté (como su nostálgica protagonista Estela), los signos de un mal presagio en Gran Canaria: la roca erosionada en el Puerto de las Nieves, la bruma extendida por el Pinar de Tamadaba, el descenso por los riscos hasta Guayedra... ¿Qué había sido de la paz de antaño en Agaete y la vieja aldea de pescadores? En el forzado recuerdo del amor perdido, la autora nos hace bajar con Estela a las profundidades del océano en busca de su camino coralino y esencia de mujer-arrecife. Hace mucho tiempo que no contempla el arcoíris en el cielo sino una atmósfera sucia de humores de la cual le llueve la decepción de los príncipes desteñidos.
Este desafortunado augurio lo sentí en grado extremo mientras concluía en agosto la presentación de "El Oro de Serendip". Me quemaba por dentro de angustia y desesperación siendo testigo del fuego que arrasaba sin piedad la tierra de la querida isla de Gran Canaria. Señalaba los bellos lugares citados por Teresa, aquellos en los que la inconsciencia e irreflexión de una mente aturdida puede provocar un incendio y convertir en cenizas, de igual forma que una tonta pelea puede acabar con una historia romántica. A pesar del paisaje desolador, admito que me sentía orgullosa de esa mano anónima que, como la de Teresa, luchaba por ayudar a reducir en lo posible el lacerante dolor de la población y sembrar de nuevo, como tantos voluntarios lo han hecho con sus solidarias acciones, la generosa semilla de la vida.
No hay duda tras leer "El Oro de Serendip" que la magia existe y la certeza de que en el silencio de la vida plena se crean versos, dibujos, cuentos, relatos y amor. Un inconmensurable amor como el que destila Teresa en forma de átomos de vida transparentes en una playa de arena negra o abrazos protectores de su inmenso océano literario lleno de enseñanzas. Con una de ellas finalizo:
Vive como piensas o terminarás pensando como vives
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