Las formas del querer, Inés Martín Rodrigo
miércoles, abril 06, 2022
Inés Martín Rodrigo inicia "Las formas del querer" con una cita de Marguerite Yourcenar
Y entonces ¿quién sabe? Quizá cuiden de nosotros ciertos recuerdos, como ángeles
Las formas del querer |
Ismael había estado muy enamorado de ella. Le embelesaba su manera de hablar, distraída, sin mirar a los ojos de su interlocutor. Noray empezaba a hablar y nunca sabías dónde te llevaría la charla. Era un verdadero misterio para él. Sin embargo, había terminado casándose con Estrella. ¿Por qué? La imprevista llamada de Noray, a la vuelta de su luna de miel, pidiéndole ayuda para organizar el funeral de sus abuelos volverá a despertar sus sentimientos dormidos y abrirá una puerta en el deseo de Ismael de descubrir qué oculta realmente.
Inés Martín Rodrigo |
Pasadas unas semanas Noray se refugiará en la casa de sus abuelos, Carmen y Tomás, en el pueblo. Un lugar que le evocaba paz y amor incondicional. Necesitaba experimentar la tristeza que la embargaba, regocijarse en ese duelo imprevisto al que se había visto abocada. En la soledad del silencio recordará los relatos de su abuela y el dulce regocijo de regresar a un hogar cuando el propio está desmoronado estableciendo diálogos mudos con ambos.
El origen de su nombre se lo debía a su abuelo materno. Noray significa -poste o cualquier otra cosa que se utiliza para afirmar las amarras de los barcos- en un impulso de que fuera siempre la luz del hogar. De niña anotaba todos los datos que Carmen le narraba sobre la historia de su familia para que no cayera en el olvido. Y ahora los tecleaba, charlando con los fantasmas de sus abuelos, que se resistían a abandonarla, pues debían terminar de contarle su historia antes de desaparecer para siempre.
Ismael es avisado por la clínica Belén de que Noray está ingresada por ingesta de barbitúricos. A raíz de este hecho, se quedará con ella en la habitación esperando a que despierte de la sedación, mientras lee un tomo de folios mecanuscritos encuadernado con una espiral que la joven guardaba en su mochila.
Se trata de un extenso relato de Noray sobre la dura época de la guerra civil que les tocó vivir a sus abuelos, cómo sus almas gemelas se conocieron y enamoraron en el Corchuelo para siempre y la vida en Madrid, en el barrio de Marcelo Usera. Tomas trabajará como mozo de economato hasta que la lícita ambición le hará presentarse a los exámenes en el cuerpo de la Policía Armada siendo destinados a Valencia. Será una etapa crucial para el matrimonio ya que Carmen enfermará de tuberculosis pero este hecho les convertirá en dos partes de un todo único. De regreso en Madrid una depresión severa por no tener hijos llenará de melancolía a su abuela, genética que Noray también cree haber heredado. La oportuna decisión familiar de que Carmen pasara una temporada en el pueblo fue vital para regresar más restablecida.
Por otra parte, la amistad de Carmen con la vecina Mari Miura será un pilar muy sólido que las beneficiará a ambas. Carmen estudiará con afán por poder leer libros como los de la Biblioteca Pública Ruiz Egea, Los Buddenbrook de Thomas Mann, y en ese entorno conocerán a Filomena, una maestra que le dará clases en casa. Con ella también interpretará la noticia de su por fin ansiado embarazo. El nacimiento será el de una niña, Olivia.
Noray resalta otro recuerdo doloroso de su abuelo, el traslado forzoso al País Vasco, aceptando la petición del teniente y amigo, Paco, de ir a la casa cuartel de Lezo. Desafortunadamente, el asesinato del oficial, que quedó sepultado por el silencio y el miedo, marcaría la decisión del regreso de la familia al piso del número 43 de la calle Marcelo Usera en Madrid. Y allí vivieron hasta la jubilación de Tomás. Los años transcurren. Olivia estudia la carrera de Historia, se enamora de Alberto y aprueba una oposición de profesora. Carmen hereda la biblioteca de la maestra Filomena, lo que permite a Noray descubrir el placer de la lectura.
Allí estaba toda la historia de la literatura y a todo ello fue llegando cuando debía, en el momento justo en que sus sueños podían ya hacerse realidad gracias a las palabras de otros. (pág. 251)
Ismael comprende la enfermedad que ha acompañado a Noray tanto tiempo: la anorexia. Una obsesión por las dietas y las calorías que solo reconocía ante el psicólogo. Asimismo descubre el gran sufrimiento que ha padecido desde niña al haber presenciado la muerte de su abuelo paterno, Eugenio, por infarto cerebral, y no haber podido compartir ese dolor con su propio padre, quien a su vez se refugia en el trabajo. Fue desde entonces cuando Noray, obedeciendo la orden de sus padres de ir a la cama, empezó a manifestar problemas de insomnio. El exceso, la falta de equilibrio definieron todos sus comportamientos que debían rozar la perfección. La noticia a bocajarro de su madre de que Alberto tenía una amante desencadenó todo lo demás. Noray dejó de comer. Seguramente sus padres decidieron separarse cuando ya no pudieron más. Al darse cuenta su madre de que realmente era un trastorno mental, la llevaron a la consulta de un especialista y a pasar un verano con sus abuelos.
Sin embargo, la observación de su tío José Luis, en una terraza del barrio de Oporto, fue definitiva. Noray padecía anorexia. Se hizo necesario su ingreso en el hospital y después en otro más adecuado. En el proceso de recuperación los fármacos eran importantes pero también controlar los estados de pánico en los que se podían desencadenar tendencias suicidas. Únicamente la luz que encontraba en la escritura la aliviaba.
Precisamente a través de este relato Ismael entenderá esa cautivadora aura de misterio de Noray. En realidad ella buscaba protegerlo. No quería que supiera los numerosos efectos secundarios que la anorexia había dejado en su organismo. Noray, tras un primer intento con Medicina, elegirá una carrera en la que había puesto muchas expectativas, Periodismo, y que le permitirá escribir por las mañanas. Ismael seguirá descubriendo cómo es la joven que rehuía el compromiso para evitar ver el reflejo de sus padres y el porqué de su imprevista ruptura. Leerá uno de los golpes más duros, la noticia de la metástasis del cáncer de su abuela Carmen y la decisión de morir juntos. ¿Cómo?
Noray se despierta finalmente en la habitación del hospital. Sus ojos se encuentran con los de Ismael que le siguen declarando su amor ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
NOTAS
Tengo que confesar que esta novela me ha removido muchos sentimientos. Entre ellos la separación de los padres de Noray, esa aparente resistencia al llanto, al desahogo...(pág.19) y otras ideas que señalo porque me resultan cercanas:
- Noray se esforzó por adoptar, en la medida que pudo y sobre todo en el momento que pudo, una especie de papel de madre para con la suya, invirtiendo los roles preestablecidos, naturales, pero sin perturbar el equilibrio emocional de ninguno de los miembros de su familia. (pág.26)
- La complicidad de las hermanas, Noray y Clara. Por ej.: el padre les hacía preguntas sobre si su madre salía con alguien y ambas permanecían siempre en un mutismo cauteloso, porque mantenían la secreta esperanza de que sus padres se reconciliaran....(pág.27)
- Hay noches, esas noches de fatigosa vigilia que últimamente se suceden demasiado en mi calendario, en las que pienso, seguramente para consolarme, que todo pasa siempre por algo y siempre cuando debe suceder, ni antes ni después. (pág.90).
- La mayor fuente de felicidad es la ignorancia (pág. 184)
- Durante mi niñez, cuando no sabía que la vida iba en serio porque aún no había leído a Gil de Biedma (pág.228)
- Noray se esforzó por adoptar, en la medida que pudo y sobre todo en el momento que pudo, una especie de papel de madre para con la suya, invirtiendo los roles preestablecidos, naturales, pero sin perturbar el equilibrio emocional de ninguno de los miembros de su familia. (pág.26)
- La complicidad de las hermanas, Noray y Clara. Por ej.: el padre les hacía preguntas sobre si su madre salía con alguien y ambas permanecían siempre en un mutismo cauteloso, porque mantenían la secreta esperanza de que sus padres se reconciliaran....(pág.27)
- Hay noches, esas noches de fatigosa vigilia que últimamente se suceden demasiado en mi calendario, en las que pienso, seguramente para consolarme, que todo pasa siempre por algo y siempre cuando debe suceder, ni antes ni después. (pág.90).
- La mayor fuente de felicidad es la ignorancia (pág. 184)
- Durante mi niñez, cuando no sabía que la vida iba en serio porque aún no había leído a Gil de Biedma (pág.228)
Sobre la autora
Iglesia de los Jerónimos |
Es autora de la ficción biográfica "Azules son las horas" (2016), la antología de entrevistas a escritoras "Una habitación compartida" (2020) y el cuento infantil "Giselle" (2003), basado en el ballet del mismo nombre.
Ha prologado obras de autores como David Foster Wallace, Virginia Woolf o Carmen Laforet. En 2019 fue seleccionada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en el programa -10 de 30-, que cada año reconoce a los mejores escritores españoles menores de 40 años.
Su novela "Las formas del querer" ha sido galardonada con el Premio Nadal 2022.
Esta entrada se la dedico a mis padres, María Arias Collados y Luis Jiménez-Pajarero Sánchez quienes contrajeron matrimonio en una de las iglesias más bellas de Madrid, de estilo gótico isabelino, "Los Jerónimos" un 6 de abril de 1963.
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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero)
"Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago)
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"Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto)
"La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano)
"Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust)
"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"
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