Camino de Letras con Syra

Luis Landero

En esta novela Luis Landero nos adentra en la historia de una familia a partir de la idea de Gabriel, uno de sus miembros, de celebrar el 80 cumpleaños de la madre. La narración se circunscribe a 6 días con la reactivación de  la toma de contacto con sus hermanas, Sonia y Andrea,  y los pros y contras de la fiesta. 

De telón paciente de fondo, la mujer de Gabriel, Aurora, escucha activa de las contradictorias opiniones al respecto y revelación de secretos ocultos a medida que las llamadas telefónicas se suceden. La maestra con la que convive el filósofo hace 20 años es la depositaria de las confidencias, de las palabras en tono airado y dolorido que se mantienen pujantes y vivas a pesar de pertenecer a un tiempo remoto. Su rostro dulce y sonriente atrae como un imán a los contadores de alegrías e infortunios. Es un don innato.

Sin embargo, Aurora por primera vez experimenta la necesidad de explicar a alguien el desastre que intuye se cierne  en el posible evento familiar. Sabe que los pequeños y viejos rencores están latentes en la memoria, al acecho de ser avivados en cuanto la ocasión se presente. Y es que, desde la muerte del padre, un hombre de carácter alegre, la tristeza invadió el hogar de Sonia, Andrea y Gabriel, con el espíritu fatalista y hermético de la madre.

A lo largo del relato se narran episodios infantiles y acciones que han determinado la existencia de los demás. Destaca la obsesión del dinero de la madre y sus límites a los placeres (a los 12 años le quitó las muñecas a Sonia y la radio-televisión a Andrea que amaba la música para ocuparse ambas de los quehaceres de la supervivencia). Asimismo se recuerdan anteriores encuentros familiares con final catastrófico y la verdadera personalidad enmascarada de Horacio, el elegido por la madre para ennoviarse y casarse con la joven Sonia, viendo malogrado su sueño de seguir estudiando inglés y viajar.

Por otra parte, Aurora va descubriendo quién es realmente su marido. No era un hombre tan sereno y armónico como parecía por la voz y los gestos sino con inquietantes fantasmas que habitaban en su trastienda. La enfermedad de Alicia, la hija de ambos, destapó su verdadero yo de niño indefenso. Su fortaleza mental se tornó en silencio, apatía y en abrumadora desgracia. Entonces Aurora recordó sus críticas despectivas a todo cuanto ocurría a su alrededor y sus imperfecciones, hasta ahora mínimas, se convirtieron en vaticinios infalibles. Y empezó a sospechar que el mal de Gabriel no era otro que el aburrimiento.

En “Lluvia fina” (Editorial TusQuets) los sentimientos son los protagonistas. El amor inmenso de Aurora por su hija, Alicia; el desamor de Sonia y Andrea por su madre que les ha robado la infancia y nunca concedido un capricho; el rencor de ambas a su hermano Gabriel, exento de las tareas domésticas y al que sí se le permitió jugar; la depravación sexual de Horacio bajo una apariencia bondadosa, la resiliencia de la madre por sacar la familia adelante, la inestabilidad mental de Gabriel y, finalmente, el agotamiento psíquico de Aurora.

Luis Landero hila un desenlace acorde con su título. Mientras cae una lluvia menuda, persistente y helada, Aurora tiene el móvil apagado. Al encenderlo comprobará su indignación y eternas exigencias de las que hemos sido testigos por medio de sus hondas reflexiones ante el fluir incesante de esas pequeñas historias familiares que no terminaban nunca de contarse….

¿Bruja o loca? ¿Y si hubieran hecho caso a Aurora desde el primer día? Ella sugería:

No llames aún. Espérate al menos a mañana. No seas impulsivo…. (página 32)

Deberíais descansar del pasado, dejar de darle vueltas… (página 95)

También aseveraba:

Todos tenemos dentro un montón de palabras que son como fieras enjauladas y hambrientas que están rabiando por salir a la luz (pág. 142)

En efecto, Aurora tenía razón...