Carta a José, 41 Feria del Libro de Santander y Cantabria (Felisa 2022)

La siguiente carta ha participado en el marco de la 41 Feria del Libro de Santander y Cantabria en un concurso epistolar que rendía homenaje a José Hierro y José Saramago en el año del centenario de su nacimiento, 2022. Con este certamen se ha invitado a lectoras y lectores a escribir todo aquello que nos hubiera gustado expresar en persona a ambos literatos con un máximo de 800 palabras. En mi caso se la he dedicado a José Saramago. Todas las cartas recibidas han sido entregadas a sendas Fundaciones que velan por el legado de los dos escritores.

                                                                                                                               Lanzarote, junio 2022                                                                                                                        

Querido José,

mi vida cambió aquella mañana de agosto en la que llamé al timbre de “A Casa” en Tías. Conocerte minutos después, en la antesala de tu biblioteca, y que me estrecharas la mano mientras Pilar nos presentaba, fue un momento inolvidable.


Mi padre había fallecido en marzo de ese mismo año 2008. Su hermana Isa y su marido, profesores de Filosofía y Letras, habían planificado un viaje en verano a Lanzarote. Sabíamos que les haría mucha ilusión visitar tu biblioteca.

Vuestro acto de generosidad al permitirlo, me impulsó en noviembre a escribir un relato narrando tal hecho en una revista cultural local. Deseaba compartir la inmensa gratitud sentida al encontrarme por primera vez en su interior; describir su paz, la luz natural iluminando su magnético espacio a través de la claraboya y el anhelo de volver.


Dedicatoria de José
Comencé a leer “Las pequeñas memorias”, libro al que tengo especial cariño por varios motivos. En él consta tu dedicatoria firmada el 1 de abril 2009. Su contenido fue crucial igual que la entrevista final realizada por Juan Cruz para El País. En ella manifiestas que habías sufrido volviendo a los recuerdos de la niñez; sin embargo, no podías dar una visión idílica de tiempos que de idílicos no tenían nada. Asimismo, mencionas algunos puntos significativos de tu forma de ser que son los de aquel niño.

Seguí leyéndote y observando de cerca cómo lograste terminar de escribir “El viaje del elefante”. “A Pilar, que no dejó que yo muriera”, - reza en su dedicatoria. Ella asistió en tu nombre al encuentro literario en el que participé en marzo 2010 organizado por la librería Libertad en Tías. La lenta enfermedad te enviaba avisos como el cielo a Subhro, el guía y fiel cuidador del elefante Salomón.

Quizá la muerte depositara antes el sobre violeta sobre tu sencillo escritorio de madera de pino, informando de tu fecha de partida. Quizá la fuerza de vuestro amor la devolviera con firmeza a su remitente. Quizá la muerte ese 18 de junio 2010, tras el frugal desayuno, escuchara contigo la suite número 6 de Bach al violonchelo y se enamorara para siempre de tu bondad, emprendiendo juntos el camino sin retorno.

Con honda tristeza regresé al hogar de tus libros, José, escuchando casi el lamento de cada uno de sus autores/as, en tanto daba el pésame a tu inseparable compañera. Le dije que eras mi referente y ella contestó - también lo es para mí. La silente biblioteca donde escribiste las últimas novelas desde 2006 estaba llena de personas que querían rendirte homenaje.

¿Sabes, José? En la actualidad vuestra vivienda es frecuentemente visitada. Pilar la abrió como Casa Museo el 18 marzo 2011. Nueve meses después de tu sueño eterno, el mismo tiempo, según “La muerte de Ricardo Reis”, considerabas que el espíritu tarda en abandonar la tierra. Felizmente tu estarás siempre ligado a ella. La de Lanzarote te abraza en Lisboa, bajo el olivo trasplantado de tu pueblo natal, Azinhaga, frente a la Casa dos Bicos.

No puedes imaginar, José, la sorpresa que experimenté cuando sonó mi teléfono móvil aquel mes de abril 2012 en la biblioteca municipal de San Bartolomé. Saro me anticipó que Pilar quería hablar conmigo. En efecto, su intención era que trabajara en “A Casa” con el fin de divulgar este proyecto cultural. No dudé en aceptarlo. Precisamente acaba de crear con Elsa, una amiga docente, la empresa E-culture Lanzarote.

Sala de Juntas A Casa (07.05.2013)


Esta etapa laboral nos permitió reflexionar en profundidad sobre tu obra, organizar charlas educativas en la sala de Juntas, efectuar visitas guiadas y mostrar las dependencias que fueron testigo de alegres encuentros con amistades en la acogedora cocina o el humilde estudio en el que escribiste libros que forman parte de la historia de la Literatura, tal es el caso de “Ensayo sobre la ceguera” en 1995.


Me gustaría decirte, José, que al redactar “El aliento de las letras” lloré igual que lo hiciste tú con 83 años narrando cosas que un niño no debe ver con cierta edad, esa en la que solo deberíamos jugar. No obstante, al leerte, comprendí que la felicidad, aunque a veces tarde tanto en producirse, es susceptible de aparecer cuando uno menos se lo espera. Así sucedió con Pilar, tras la lectura de “Memorial del Convento”, y su posterior entrevista en Lisboa.

Twingo y Syra (Foto: Tomás Sestayo)

Pequeñas coincidencias, José, que nos unen. El 8 noviembre 1995, mientras el Ministro de Cultura de Portugal te informaba de la concesión del Premio Camoens, llegaba un perro de agua portugués que se convertiría en vuestra fiel mascota como “Twingo”, el dálmata que mi hija Marina trajo a casa un 19 de marzo 2010, día de San José y del Padre. A él también le dijimos “Entra: has encontrado tu hogar”. 

Gracias infinitas, José Saramago, por haber corregido mi destino

                                                                     


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"Para mi la escritura es un camino espiritual" (Rosa Montero) "Viviendo rodeados de señales, nosotros mismos somos un sistema de señales"(José Saramago) "Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos" (Ortega y Gasset) "Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para establecer esta diferencia" (Epicteto) "La ingratitud es el precio al favor inmerecido" (Ignacio Manuel Altamirano) "Se viaja para contemplar con los propios ojos la ciudad apetecida y saborear en la realidad el encanto de lo soñado" (Marcel Proust) "Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo"

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